Expectativas entre los funcionarios públicos

Expectativas entre los funcionarios públicos

A medida que se acerca la fecha 16 de agosto, crece el por ciento de  adrenalina en el tren administrativo del Estado.  Este acuciante nerviosismo es el resultado de que usualmente los gobiernos que asumen el poder en esa fecha realizan cambios sustanciales, sobre todo cuando el partido triunfante es contrario al que está  en el poder.

  En este caso, no obstante continuar el mismo mandatario, se avizoran conforme a los innumerables rumores que circulan entre la ciudadanía, que el señor Presidente vendrá como se dice en el argot beisbolero “duro y curvero”, pronosticándose cambios sustanciales en los diferentes estamentos que conforman la administración pública de la República.

Según los expendedores de fármacos, las pastillas de valium se agotan aceleradamente y los consultorios de los sicólogos no dan abasto a la demanda inusitada de funcionarios que de la noche a la mañana han descubierto “que se le pasma el sueño” y no pueden conciliar el mismo.

 Algunos más depresivos han recurrido a siquiatras para ver si pueden detener la ansiedad que les provoca el saber si van a mantener el cargo actual, lo cambiarán de lugar de trabajo o, si por el contrario, lo cesantearán, lo cual no solo es motivo de preocupación sino de saber si no “ha caído en desgracia” o ha sido víctima de algún chisme político que lo ha condenado al ostracismo y al alejamiento que considera denigrante, de las funciones que hasta entonces desempeñó.

Los más angustiados son aquellos a los cuales se les denomina “botellas”; es decir, funcionarios que realizan o mejor dicho, no ejecutan labores productivas y simplemente se limitan a cobrar al final del mes un sueldo que no merecen y que generalmente es más elevado, que otros que si laboran y justifican sus emolumentos.

Las compañías que dedican sus esfuerzos a dar mantenimiento a los baños públicos de las oficinas estatales, se les ha disparado las denominadas “emergencias”, ya que con el uso continuo de los inodoros en muchas oficinas, los mismos se han tapado al desbordar su capacidad de funcionamiento.

 Se han visto muchos encumbrados burócratas con los ojos hundidos de la cantidad que han tenido que recurrir al excusado para regularizar su compostura.

Hay funcionarios que han sido más notorios sus desplazamientos, ya que en su carrera hacia el retrete han dejado atrás los registros de Félix Sánchez en la carrera de los 400 metros con vallas. En su rapidez por querer llegar sin que ocurra una súbita descarga, se han caído al enredarse en los pantalones por tener una cremallera defectuosa, haciendo el ridículo ante sus compañeros. Es notorio el histerismo que sólo lo aprecian aquellos que no tienen nada que temer por no ser funcionarios y que a veces se mofan de sus congéneres.

 Creemos que esta situación es creada por el largo período de transición que va desde el 16 de mayo al 16 de agosto.

 Ojalá que en la reforma constitucional que se ha anunciado, ese lapso de tiempo sea reducido a sólo cuarenta y cinco días, para tranquilidad de los que por obligación deben desempeñar una función pública.  De todas maneras, y como anuncia nuestra lotería; “felicitamos a los agraciados”.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas