Ginebra. Científicos, apasionados del mar, artistas y estudiantes celebran esta semana su primer aniversario a bordo del “Fleur de passion”, una embarcación que, quinientos años después, sigue los pasos de Fernando de Magallanes en su primera circunnavegación del planeta. La aventura, que comenzó el pasado 12 de abril de 2015 en Sevilla (España) -a donde regresará en agosto de 2019 tras recorrer todo el globo-, fue ideada por la “Fondation Pacifique”, una organización de Ginebra sin ánimo de lucro centrada en proyectos de desarrollo sostenible.
Así, esta expedición que conmemora el quinto centenario del viaje del marino portugués -salió del mismo puerto andaluz en 1519- y que imita su recorrido casi por completo, agrupa en sus camarotes dos proyectos científicos, uno de integración social y otro cultural. Tras un año de navegación, el 13 de abril este velero de 33 metros de eslora, el más grande con bandera suiza, partió desde el puerto de Valdivia en Chile donde se encontraba, hacia el Pacífico, donde sus 15 tripulantes esperan llegar a Tahití el próximo julio.
“La idea inicial del proyecto surgió para tratar de juntar a personas diferentes y crear, a través del barco, una plataforma científica y educativa”, explicó a Efe Samuel Gardaz en Ginebra, miembro fundador y vicepresidente de la organización. Gracias al recorrido de este viaje, el proyecto científico «20.000 sonidos bajo el mar” de científicos de la Universidad Politécnica de Cataluña (UPC) encontró en el “Fleur de passion” su medio ideal para llevar acabo una investigación sobre la contaminación acústica de los océanos.
Concretamente, el estudio pretende elaborar un mapa completo de los sonidos contaminantes en las aguas de todo el planeta y determinar cómo afectan a la vida marina y a las comunicaciones entre animales como los cetáceos, que utilizan el medio acuoso para relacionarse. Según explicó el director del programa, Michel André, todavía no se conocen los efectos de los ruidos de las perforaciones petrolíferas, el transporte, las operaciones militares o las plantas eólicas sobre la fauna acuática.