Experiencia reformista del modelo alemán con dominicanos

Experiencia reformista del modelo alemán con dominicanos

Ahora que funcionarios claves del Gobierno admiten que las reformas fiscales no han incrementado recaudaciones, el gasto no es apropiado y el endeudamiento debe limitarse; la oportunidad para cambiar el modelo vigente hacia otro nutrido de resultados exitosos, como el alemán basado en disciplina fiscal, luce pertinente.

Esa disciplina conlleva gastar en función de recaudaciones. Y bien: con máxima incidencia en la economía para satisfacer necesidades y generar ocupación. Impidió que la economía alemana se contaminara con la fiebre socio-populista inducida interesadamente por neoliberales y cayera víctima del gasto ligero divorciado de productividad como en burocracias entorpecedoras y subsidios inhibidores de capacidad de emprendimiento.

La disciplina no solo evitó esa contaminación sino contribuyó a colocar esa nación en capacidad de asistir financieramente a aquellas en crisis como las despectivamente denominadas PIGS por sus primeras letras en inglés: Portugal, Irlanda, Grecia y España. Y dio como resultado un tremendo superávit comercial que preocupa a instancias hegemónicas que temen cautelosamente la consolidación económica alemana por sus posibilidades de mermar el posicionamiento que ostentan potencias amparadas en poderíos políticos y militares.

El exitoso modelo alemán puede inspirar el cambio del vigente dominicano, caracterizado por el mismo socio-populismo que afectaron las naciones “PIGS”, respaldado exógenamente por naciones preocupadas por superar sus propias crisis.

Aunque cualquier chusco pudiera aducir que para ello necesitaríamos alemanes, no dominicanos; la experiencia de gobiernos reformista demuestra que podemos implementar una disciplina fiscal similar:

– Se gastaba en función de lo recaudado, ahorrando internamente para no depender de endeudamientos.

– Se apartaba la mitad de las recaudaciones para pagar las cargas fijas del Estado.

– La burocracia y sus gastos conexos tenían que ajustarse al tope impuesto por esa mitad.

– Así, había excedentes fiscales, nunca déficits, que permitieron: instituir exenciones tributarias en favor de productores y flexibilizar tributaciones causantes de omisiones y/o evasiones.

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