Experiencias

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BONAPARTE GAUTREAUX PIÑEYRO
El mercado electoral dominicano (para usar terminología actual) presenta disfunciones importantes que deben ser analizadas por los políticos, por los partidos, por los publicistas, por los expertos en crear imágenes (y monstruos), por los medios de comunicación y, especialmente, por los científicos sociales.Una simple ojeada a la conducta preelectoral enseña que todos los partidos han transitado, o están dispuestos a transitar, el camino de la corrupción de los ciudadanos, con prácticas tan divorciadas de la moral como compra de cédulas de identificación personal y electoral a personas que, por supuesto, no son del partido que ordena tal vagabundería.

Otras formas de corromper el sistema consisten en acudir a las filas y a las puertas de los colegios electorales y comprar el voto mediante la compra de cédulas.

La cadena es otra forma de corrupción electoral; se asegura que fue puesta en ejecución en elecciones pasadas.

Un elector toma la papeleta y no la deposita en la urna, la entrega a quien le compra el voto y éste, a su vez, la entrega marcada al siguiente elector, quien trae de vuelta la boleta virgen que le entregan las autoridades del colegio, y vuelta a empezar.

De ese modo el partido que compra las boletas logra aumentar sus votos en tantos como pueda comprar a personas tan inescrupulosas como ellos.

La fotografía del voto, consiste en emplear un teléfono celular para retratar la papeleta rayada y mostrar la foto a quien compra el voto. Ambas formas, la cadena y la fotografía del voto, fueron abortadas cuando la Junta Central Electoral cambió la forma del lugar donde se raya la papeleta para que fuera más visible a los delegados políticos de todos los partidos. Pienso que la compra de cédulas y voluntades, de una u otra forma, no será tan voluminosa que pueda torcer el resultado final en un municipio, aunque sí el traslado de votantes que cambien la dirección de su residencia para pueblos de escaso número de habitantes.

Tanto la compra de cédulas, previo al día de las elecciones, como las negociaciones que se realizan antes de que el sufragante llegue al colegio, son imposibles de controlar por las autoridades.

Independientemente de esas formas de corromper el sistema electoral, hay otros aspectos que deben ser observados, analizados, estudiados, me refiero a los cambios del electorado.

Para las elecciones congresuales y municipales de 1998 el Partido Revolucionario Dominicano obtuvo una mayoría significativa, lo cual se atribuyó a la muerte del doctor José Francisco Peña Gómez.

Para las elecciones del 2002 el Partido Revolucionario Dominicano obtuvo una mayoría más amplia que en 1998 y no hubo ese voto emocional del cual se hablaba. El gobierno del ingeniero Hipólito Mejía realizaba obras de infraestructura necesarias para cada municipio y a ello se atribuye el ciclón batatero con los resultados de entonces: 29 de 32 senadores.

El electorado cambió de rumbo y en el 2004 votó de manera masiva e indiscutible a favor del Partido de la Liberación Dominicana y su candidato el doctor Leonel Fernández.

Para este 2006 repitió, más o menos, la victoria del 2004, pese a que el Gobierno tiene una presencia tímida en la mayor parte de los municipios.

¿A qué se deben esos cambios en la preferencia del electorado? Ese es un asunto a investigar.

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