La violencia que afecta a República Dominicana es el resultado combinado de la pérdida de figuras de autoridad resquebrajadas por la corrupción, la tradición de resolver los conflictos en todos los ámbitos con enfrentamientos y el ejercicio del autoritarismo en perjuicio del diálogo y la democracia, afirmó hoy la antropóloga Tahira Vargas.

La experta dijo que la realidad dominicana es muy distinta a lo que estiman las autoridades cuando tratan de explicar la violencia por la dispersión de la familia nuclear.

“Aquí, para resolver los conflictos, solo se recurre a la violencia”, expresó Vargas, quien agregó que eso sucede tanto en el hogar, en la escuela, en la calle como en los demás espacios donde la gente participa.

Estimó que un factor determinante de la violencia es el resquebrajamiento de las “figuras de autoridad” que daban el ejemplo en su comportamiento social y de orientación, como eran antes los padres, los maestros, los sacerdotes, los síndicos, los policías, los alcaldes, entre otros.

“Esas figuras de autoridad se han resquebrajado por la inserción en los procesos de corrupción. Hay incoherencia entre su discurso y su práctica.

Las nuevas generaciones no tienen modelo de autoridad respetable”, puntualizó Vargas durante su participación en el matutino “El Bulevar con Pablo McKinney”, por CDN canal 37.

Consideró que la violencia solo será reducida cuando se sustituya el autoritarismo por el establecimiento de normas en base al diálogo, a la discusión democrática y a la cultura de paz.

“Lo primero que deben hacer las familias dominicanas es construir una relación de dialogo”, porque en su opinión aquí lo que prevalece es el autoritarismo en un momento en que la adolescencia reclama libertad e información para la toma de decisiones.

Con relación a la socorrida afirmación de la violencia se explica por la destrucción de la familia, Vargas dijo que siempre ha existido la crianza de hijos por abuelas o tías, sin que para ella eso influya en el comportamiento de las personas.

Expresó que hay delincuentes redomados salidos de familias muy compactas, incluso figuras públicas, que han tenido que enfrentar expedientes por corrupción.

“El problema no es quien está al frente de la familia”, dijo Vargas, sino que “el problema es la comunicación, no la presencia”.

Informó que todos los estudios sobre delincuencia juvenil arrojan que no hay diferencia entre los jóvenes criados por tías o abuelas y los que proceden de una familia formada de padre y madre a la hora de insertarse en la criminalidad.

Expresa que los factores son otros, incluidos el proceso de urbanización y hacinamiento sin que haya figuras de autoridad social que pongan el ejemplo en cuanto a honradez.

Sugirió que quien dirija una familia o un espacio de educación, de convivencia, asuma una cultura de paz, de diálogo y no de autoritarismo ante un conflicto.

Vargas manifestó que otro elemento fundamental es la facilidad con que se obtienen armas, incluidas personas muy jóvenes, que recurren a ellas para protegerse ante el crecimiento de la inseguridad.