Un experto en derechos humanos respaldado por la ONU arremetió contra la creciente brecha entre ricos y pobres en Estados Unidos, e insistió en un nuevo informe que el país más rico del mundo «se mueve a todo vapor para volverse aún más desigual».
La Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos señaló ayer que Philip Alston, un experto independiente al que se le encargó examinar la pobreza «extrema», preparó un informe sobre Estados Unidos en el que culpa a «una serie de gobiernos» en Washington de no apegarse a sus compromisos en tratados por los derechos económicos y sociales.
Alston, nacido en Australia y profesor de derecho en la Universidad de Nueva York, criticó en específico los 1.5 billones de dólares en recortes fiscales de los que se jacta el presidente Donald Trump como uno de los principales logros de su gobierno, al decir que la medida aprobada en diciembre pasado «benefició a los ricos y empeoró la desigualdad».
Alston, que recibió su encargo de parte del Consejo de Derechos Humanos respaldado por la ONU, realizó su informe con los datos que recabó en un viaje de dos semanas por Alabama, California, Georgia, Puerto Rico, Virginia Occidental y Washington D.C.
Reconoció que no existe una «receta mágica» para acabar con la pobreza extrema.
«A fin de cuentas, sin embargo, en especial en una nación rica como Estados Unidos, la persistencia de la pobreza extrema es una elección política tomada por las personas en el poder», escribió Alston. «Se podría eliminar fácilmente con voluntad política».
Concluyó que la democracia estadounidense está siendo «socavada constantemente» por las personas en el poder y otros intereses creados. Criticó las «descripciones caricaturizadas» que ponen a los ricos como los impulsores del progreso económico, y los estereotipos que proyectan a los pobres como «derrochadores, perdedores y estafadores».