Expertos creen nuevo Papa seguirá línea
de Juan Pablo II

Expertos creen nuevo Papa seguirá línea <BR>de Juan Pablo II

CIUDAD DEL VATICANO (AFP).- El nuevo Papa, Joseph Ratzinger, de 78 años, que gobernará la Iglesia Católica con el nombre de Benedicto XVI, representa el continuismo del largo pontificado de su predecesor Juan Pablo II, del que fue amigo, colaborador y su brazo derecho. 

Con sus ojos azules y una voz dulce pero firme, el primer Papa germano desde la Edad Media recibe la iglesia que él mismo ha contribuido a fabricar: centralizada, sin diálogo con obispos y bases y en crisis de vocaciones.

Mucho menos carismático y mediático que Juan Pablo II, del que fue áulico servidor, hereda también el enorme capital mediático amasado por el Papa polaco en casi 27 años de pontificado en su centenar largo de viajes a los confines de la Tierra. 

A modo de programa electoral, el cardenal alemán, que ha representado un papel predominante como decano de los purpurados en la Iglesia desde la muerte de Karol Wojtyla, el 2 de abril, esbozó sus intenciones en la homilía de la misa «pro eligendo Pontifice» que dio inicio el lunes al primer Cónclave del milenio. En ella apostó por dejar una huella «duradera» en la Iglesia, combatiendo la «dictadura del relativismo».

«Tener una fe clara, según el credo de la Iglesia, es con frecuencia etiquetado como fundamentalismo. Mientras el relativismo, es decir, el dejarse llevar de aquí para allá por cualquier viento de doctrina, aparece como la única actitud a la altura de los tiempos modernos», aseguró el purpurado.

La elección de Joseph Ratzinger como nuevo Papa «es la ratificación de la línea más dura e intransigente» de Juan Pablo II, y en su pontificado hay que esperar un «alineamiento con el poder», aseguró este martes el analista y ex sacerdote católico costarricense Javier Solís.

Para éste, la política del que fuera prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe (ex Inquisición) desde 1981 hasta la muerte de Karol Wojtyla, «será la misma que mantuvo con Juan Pablo II, aunque con menos exposición mediática».

El legado del histórico tándem Juan Pablo II-Ratzinger es sin embargo poco halagüeño. La Iglesia Católica está más debilitada ahora que en 1978, cuando fue elegido Papa el cardenal polaco.

El 17% de la población mundial se confiesa católica –frente al 17,75% entonces– y el número de bautizados crece a menor ritmo que el de nacimientos.

En la actualidad, más de la mitad de los católicos se encuentran en América Latina, donde se constata un rápido crecimiento de las iglesias evangélicas, y Europa, su cuna, pierde adeptos e influencia a gran velocidad.

La avanzada edad del nuevo Papa, que el sábado cumplió 78 años, y su delicado estado de salud, hacen pensar en un pontificado de transición.

Ratzinger ha dejado claro su apego a la doctrina. «Una fe adulta no es una fe que sigue la moda, el último grito de las novedades», dijo en la homilía del lunes.

Desde su puesto como prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe aplastó cualquier intento de modernizar la Iglesia, como la «Teología de la Liberación» en los años ochenta en América Latina, dejando fuera de juego a una corriente interna innovadora fiel al Evangelio, y proscribió a más de 140 teólogos que no opinaban como él.

Para hacer frente a la Iglesia en crisis preconizó un acercamiento con los movimientos más radicales que contribuyeron a apartarla del legado del Concilio Vaticano II, según los teólogos.

Con estos precedentes, no se esperan demasiados avances en asuntos cruciales como el celibato opcional de los sacerdotes, para tratar de paliar la crisis de vocaciones, la apertura al sacerdocio de las mujeres o la aceptación de homosexuales y divorciados en el seno de la Iglesia, según los analistas.

Tampoco se esperan avances en el debate sobre la planificación familiar y el uso del preservativo, que contribuirían a reducir la pobreza galopante y el avance inexorable del sida en particular en África y Asia, o el desafío de la bioética.

«La Iglesia ha terminado de separarse del mundo» con la designación de «un inquisidor» como nuevo Papa. Así resumió desde Montevideo el historiador y analista político Gerardo Caetano, la elección de Benedicto XVI al frente de la Iglesia Católica en los albores del siglo XXI.

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