La música urbana, como el dembow y otros géneros con letras y recursos electrónicos altisonantes, pueden alterar la conducta humana, aseguran los doctores Luis Vergés y José Miguel Gómez, el primero terapeuta y el segundo psiquiatra infanto juvenil.
De su lado, los psiquiatras, Héctor Guerrero Heredia y Julio Israel Chestaro aseguran no existen estudios que demuestren que cualquier género musical puede afectar la conducta humana, como plantean algunos estudiosos.
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Para Vergés y Gómez Montero, aunque en República Dominicana no existen estudios que planteen que la música urbana o cualquier tipo de música como el dembow lleven de forma directa a la violencia, lo cierto es que varias teorías sí contemplan que es un importante factor de riesgo para que esto ocurra, sobre todo la violencia sexual hacia las mujeres, como lo demostraron De Araújo y un grupo de colaboradores e investigadores brasileños.
“La violencia es un fenómeno complejo cuya causa no se puede atribuir a un solo factor, pero sí hay algunos que son detonantes cuando una parte de nuestra población esta vulnerable por varios motivos”, dice Vergés.
Estos expertos examinaron treinta estudios que encontraron relación entre el uso de los contenidos musicales combinados con recursos digitales para aumentar y generar nuevas formas de violencia.
Entre esos estudios están violaciones sexuales, violencia física, psicológica y verbal hacia las mujeres. Este grupo de investigadores concluyó que los contenidos que más invitan a la violencia son los que están cargados de estereotipos sexistas hacia las mujeres, y aquellos que las cosifican sexualmente en las canciones.
La teoría del contagio social de la violencia, sustentada por Phillis Gibs, sostiene que las canciones, dependiendo de su contenido, pueden ser un recurso que transmite los antivalores de la violencia y de esa forma condicionar la forma cómo las personas piensan, normalizan o se insensibilizan. Existe una narrativa que contienen contenidos que describen conductas violentas como respuestas a los mismos mensajes.
Existe además una población vulnerable a esa música y sus contenidos.
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Gómez Montero
Cuando una persona escucha música que lo incita a la violencia, al uso de drogas o al sexo desordenado, cambia su conducta, asegura el profesional.
Eso puede ocurrir si la música se escucha en forma permanente, eso va ocupando parte del sistema de creencias de la persona. A través de las neuronas espejos se copian esos mensajes que influyen en las emociones, el pensamiento y el estado de ánimo, y eso pasa a ser un resultado de vida. Música y drogas tienen dos veces mayores resultados negativos en el comportamiento social, asegura el profesional e investigador.
Se trata de fenómenos que ya se han estudiado bastante.