POR ELIAS RUIZ MATUK
La democracia es un ejercicio de racionalidad y no simplemente la prepotencia de las mayorías, afirmó ayer el ex presidente de Uruguay, Julio María Sanguinetti. «Las mayorías tienen la responsabilidad de gobernar y las minorías de controlar, y controlar no es impedir, no es frustrar y controlar, tampoco es imponer», expresó Sanguinetti al iniciarse la «XII Reunión Plenaria del Círculo de Montevideo» que se desarrolla en la Fundación Global, Democracia y Desarrollo (FUNGLODE), con la participación de varios invitados internacionales.

Sanguinetti dijo que la democracia, que a su juicio no se ha consolidado en América Latina, «no es simplemente la prepotencia de las mayorías y una minoría, ni de las minorías arrogantes, ni de las mayorías soberbias, sino la necesidad de convivir».

Actualmente en el país se confrontan el Poder Ejecutivo y el Congreso Nacional, cuyos representantes se niegan a aprobar los proyectos enviados por el gobierno, luego de que el Ministerio Público autorizara el allanamiento del ex secretario de Agricultura, Eligio Jáquez, quien pertenece al opositor Partido Revolucionario Dominicano (PRD).

Sanguinetti dijo que la democracia en el continente americano se ha extendido y generalizado y puso como ejemplo el hecho de que todos los presidentes son electos, pero consideró que esto no quiere decir que la democracia está consolidada.

Citó el caso de Argentina donde cayeron varios presidentes en el año 2001, así como en Bolivia y otros países del hemisferio.

«Entonces, tenemos presidentes electos, pero no tenemos una democracia, que podamos decir hoy que tenga la consolidación que desea y que necesitamos», expresó.

Dijo que esa interrupción brusca de los mandatos sigue poniendo en una situación de inestabilidad, de temor e intranquilidad, cosa que ocurre en el período pos guerra fría.

Afirmó que durante el período de la guerra fría, se creía que el mundo se dividía en el Este y el Oeste, no advirtiendo que las computadoras, el satélite y el Internet estaban cambiando el mundo y que de hecho lo había cambiado.

Indicó que a la par aparecen lo que llamó «particularismos nacionales» y puso como ejemplo a España, donde un país próspero económica e institucionalmente discute si va a tener en el parlamento siete traducciones simultáneas, ya que hay siete particulares nacionales que quieren hablar en su propia lengua.

Dijo que otro aspecto que afecta es el fundamentalismo, que felizmente no padece Latinoamérica.

Consideró una explosión poco racional y anacrónica que esto suceda en momentos en que el Castellano haya alcanzado las dimensiones que, en su opinión, nunca hubiera imaginado.

Afirmó que los ataques terroristas del 11 de septiembre del 2001 en Nueva York y el once de marzo del 2004 en Madrid, han creado un nuevo factor de inestabilidad en el proceso de globalización.

Dijo que no se puede ignorar que la amenaza del terrorismo es universal, a pesar de que en América Latina no se han producido expresiones fundamentalistas a excepción de Buenos Aires, Argentina.