Explosiones de airbags degradaron rutas en EEUU

Explosiones de airbags degradaron rutas en EEUU

La industria automotriz global tuvo muchos motivos de preocupación en 2014 a la hora de enfrentar las tendencias tecnológicas y económicas, las habituales fuerzas brutales de la competencia y la consolidación y toda una serie de amenazas: los precios volátiles de los combustibles, la carrera armamentista tecnológica hacia los vehículos eléctricos de batería e hidrógeno, mercados desarrollados en vías de maduración, el avance de las aplicaciones de movilidad compartida como Uber y el fantasma de los autos sin conductor.

No obstante, un horror aún mayor acosó al sector automotor este año, dejando un reguero de clientes muertos, ejecutivos abatidos y reguladores lívidos: las explosiones de los airbags Takata.

El escándalo Takata pasó en gran medida inadvertido para la opinión pública, en tanto los interruptores de encendido defectuosos de GM dominaron los titulares en los Estados Unidos. Pero los problemas de GM fueron la consecuencia a largo plazo de una disfunción perfectamente documentada en la cultura de la compañía y su relación con el ex proveedor interno Delphi, mientras que el escándalo Takata afectó prácticamente a todos los fabricantes de autos en actividad.

La exposición generalizada del sector a los airbags defectuosos de Takata –los infladores pueden llegar a estallar cuando los airbags se despliegan con temperaturas o humedad elevadas, haciendo volar esquirlas- habla de las profundas presiones sobre los costos que enfrentan todos los fabricantes de autos. Más de 16 millones de vehículos de 11 fabricantes fueron retirados del mercado; sólo vendiendo piezas que los clientes no ven a marcas tan diversas como Honda y BMW proveedores como Takata generan el alto volumen que necesitan para fijar precios competitivos.

Posibles problemas. Si bien Takata trabajó con fabricantes de automóviles individualmente para investigar los posibles problemas, no pareció establecer la conexión con los propulsores químicos utilizados para desplegar sus airbags. Por lo tanto, algunas marcas de auto de nivel superior se quedaron con un pequeño secreto sucio oculto a simple vista: debajo del volante de muchos coches de alta gama acecha el mismo airbag defectuoso encontrado en autos de marcas más prosaicas. La ofensiva para ampliar las áreas de fabricación de bajo costo también incidió en la perpetuación de los defectos. Takata, con sede en Japón, advirtió a los inversores en junio que había dado “demasiada carta blanca” durante el crecimiento rápido en el exterior, y que ahora está trabajando para imponer controles de calidad más estrictos a sus más de 100 proveedores.

El gobierno mexicano ordenó 171 medidas de sanidad y seguridad después de una investigación en la planta Takata –que fue centro del escándalo por la seguridad- en tanto el país se propone mantener su reputación de calidad en medio del auge de nuevas inversiones en producción.

Las señales de advertencia para los inversores en fábricas mexicanas nuevas son claras: demasiada reducción de costos y expansión rápida puede tener resultados desastrosos.

En medio de estas preocupaciones crecientes en materia de seguridad en una industria cada vez más global, los reguladores se ven neutralizados. Poniendo el foco en los fabricantes de autos –que subcontratan más producción y trabajo de desarrollo con cada ciclo de producto- quedan totalmente desprovistos de lo necesario para abordar la complicada red de relaciones con los proveedores dentro de la industria.

LAS CLAVES

1. Defectos de airbags

La exposición generalizada del sector a los airbags defectuosos de Takata –los infladores pueden llegar a estallar cuando los airbags se despliegan con temperaturas o humedad elevadas, haciendo volar esquirlas- habla de las profundas presiones sobre los costos que enfrentan todos los fabricantes de autos.

2. Sin incidencias

La ofensiva para ampliar las áreas de fabricación de bajo costo también incidió en la perpetuación de los defectos.

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