Explosiva y fatídica

Explosiva y fatídica

Volviendo a repetir la historia, los políticos del siglo XXI están de nuevo cayendo en la trampa en que las ambiciones dominan sus acciones, en donde lo menos esencial es trabajar por el bienestar colectivo. Y esa historia, como la actual, ya el país la vivió en 1927 durante la gestión de Horacio Vásquez.

Horacio Vásquez fue electo en 1924 con las modificaciones constitucionales que dieron lugar a la salida a las tropas interventoras norteamericanas, por un período de 4 años, pero a mediados de 1926, se comenzó a gestar un movimiento para que se reformara la Constitución y se declarara que el gobierno debía prolongarse hasta 1930 y completar 6 años de gestión presidencial, según la Constitución de 1908.

Lo anterior fue logrado por el dominio del Partido Nacional en el Congreso, y mientras al vicepresidente se le irradiaba de tal fórmula, el presidente Vásquez, ya respaldado por Trujillo, prosiguió a completar sus seis años y darle paso a la reelección de 1930, cosa a la que se oponían todas las fuerzas, incluyendo el gobierno norteamericano, que vio con malos ojos tal decisión del caudillo en las postrimerías de su vida por las enfermedades que le aquejaban.

Al movimiento de prolongación de ese mandato horacista se le llamó Proyecto de Prolongación Presidencial Horacio (PPPH), con notable similitud con otras siglas contemporáneas del PPH actual, que también busca la prolongación en el poder del presidente Mejía, que se encuentra rechazado por su mal gobierno por las grandes mayorías, que cada día se empobrecen y se angustian por las incertidumbres de un futuro, presagiando alteraciones a la paz pública. La huelga de la semana pasada confirmó el rechazo masivo al gobierno perredeísta.

La diferencia con el proceso histórico de Horacio Vásquez era que esa vez el país se encontraba en un notable período de recuperación económica, las construcciones dominaban todo el panorama nacional y la agitación política de la prolongación se mitigaba, y hasta se veía con simpatías, por la forma de como se conducía el gobierno.

Ahora, en el 2004, con una economía en derrumbe debido a que las autoridades, en su irresponsabilidad, han dejado que la misma se lleve el valor del peso a casi a dos centavos de dólar, en donde los sectores comerciales se las ven negras para reponer inventario, aparte de los insultos diarios que reciben del ciudadano por el alza de los productos cuando nadie sabe como se va a controlar. Y todo eso pese a las amenazas presidenciales que constantemente está formulando para supuestamente frenar esa carrera alcista. Y lo menos racional fue lanzar la guardia a la calle para detener a los cambistas, sufriendo solo las consecuencias los infelices de los barrios capitaleños, sin atreverse a tocar a quienes cada mañana elevan la prima a su mejor conveniencia. Y hasta es de suponer que hay un apoyo oficial para ver si el país pudiera recibir en menos de un año a 4 millones de turistas.

Las consecuencias políticas de la prolongación del período de Horacio Vásquez, y los subsiguientes aprestos reeleccionistas, fue arrojar al país en manos de Rafael L. Trujillo, que por 31 años, se convirtió en el amo y señor del país haciendo del mismo lo que él quiso, pero logrando sacarlo de la montonera, de los guerrilleros y de su atraso secular.

Ahora, sumergido el país en un proceso reeleccionista, rechazado por todos, pero el PRD y el PPH con el control de la JCE y de los recursos oficiales que se despilfarran y provenientes del presupuesto nacional, podría lograr una victoria pírrica frente a una nación opuesta a tales propósitos. Los rumores de fraudes para evitar verse desplazados del poder ya se dice que están organizados para dislocar a los electores que están a la espera que llegue el 16 de mayo. Y eso es una posibilidad cierta en vista de como las encuestas, que ya por prudencia no se publican, señalan de como la ciudadanía, en forma solidaria ejercerá sus derechos cívicos y constitucionales de desalojar a quienes fueron electos en el 2000 pero estuvieron más empeñados en destruir al país y enriquecerse.

O sea que cuando los políticos ponen tanta fe en sus programas de ambiciones personales, resultan nefastos para el país, y ojalá que esta vez las cosas se solucionen democráticamente y que el poder se entregue pacíficamente pese a los resabios y revanchas que surgirán cuando el PRD vea de como es rechazado en las urnas. Incluso no sería descabellado considerar la necesidad de adelantar el traspaso de mando a quien triunfe en las elecciones para evitar que los funcionarios mandantes dejen en escombros a la maquinaria gubernamental y al país.

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