Hoy inicia la tercera muestra individual de Miguel Antonio Castillo Valenzuela titulada Matices de un crisol en Casa de Italia a las ocho de la noche.
La subdirectora del Museo de arte moderno, Laura Gil, destaca en una semblanza que el pintor Miguel Castillo convierte los primitivos flamencos de la Edad Media, el objeto cotidiano en símbolo, el espacio, en hábitat dotado de significado, y lo inanimado en animado de un modo semejante al que lo hacía la sensibilidad romántica. Sin embargo, lejos de la humanización de la naturaleza, aquí la liberación del objeto de las servidumbres del uso y de lo pragmático nos parece más cerca de Duchamp, y a la recuperación de ciertos residuos del pensamiento mágico que hoy en día, más que en la pintura solemos encontrar en el arte objetual.
En tanto que la crítica de arte Marianne de Tolentino apuntó que el artista no se deja ubicar en el surrealismo, dando un salto hacia mundos ignotos. Él elige una especie de figuración fantástica y sus vertientes oníricas consisten en metaforizar las sillas colocándolas en posiciones, situaciones y contextos humanos.