Exposición motivadora en el Instituto Cultural Dominico Americano

Exposición motivadora en el Instituto Cultural Dominico Americano

El Banco Central de la República Dominicana, organismo económico ejemplar en materia de arte y cultura por su incentivo plural a la creación, favorece en los miembros de su personal el amor al arte en un sentido amplio, lo que incluye expresiones visuales, literarias, musicales aun, cursos y concursos de arte. Si esas ventajas existen para todos, funcionarios y empleados, los que hoy tienen un estatus de pensionados, las aprovechan particularmente ¡destacándose las artes plásticas!

Ese personal “pasivo”, según la usual calificación, redescubre la actividad mediante cursos de artes plásticas y una práctica que da resultados sorprendentemente buenos.

En el 2012, decenas de jubilados han tomado clases de arte, especialmente organizadas para ellos, demostrando su aprovechamiento y, en varios casos, dotes intrínsecas. Una selección de obras, realizadas para fines de exposición, se presenta en el recinto del Instituto Cultural Dominico Americano, un salón que suele hospedar a los artistas profesionales. Para aquellos aficionados, siguiendo con madurez una segunda formación, impartida por profesores experimentados,  es a la vez oportunidad estimulante y reto de una presentación pública…

La exposición. La muestra colectiva, que agrupa a diecinueve expositores en la amplia sala especializada del Instituto, está bien montada y, desde la primera mirada, permite una valoración de dignidad y de seriedad. Ciertamente se manifiestan aquí interés, capacidad, hasta pasión por las artes visuales –¡alcanzando los mejores trabajos un nivel profesional en su género!–. La  pintura motivó a la casi totalidad de los participantes, con dos exquisitas excepciones en la categoría del Dibujo, y los resultados traducen una verdadera satisfacción en sus autores. La respuesta ha sorprendido, pues, agradablemente. Obviamente nadie se sintió cohibido, y cada discípulo se expresó con plena libertad. El tema de la naturaleza es el más frecuente en estos artistas “amateurs” que se inspiraron de la realidad circundante de un modo tradicional o costumbrista, mientras una modernidad muy discreta aflora en algunos. La visión realista domina los estilos del paisajismo, casi siempre rural y plasmando el entorno campesino –bohíos, senderos, río, palmas, bosques– una tendencia lógica, si no recomendable en esa etapa.

El tratamiento del pigmento se suelta, consistente y dinámico: la pincelada multiplica los acentos de pasta, intensifica el color y la luminosidad, sabiendo tratar también espacios planos. Respecto a una expresión personal, se destacan hojas y frutos magnificados, de factura límpida y disciplinada.

Los bodegones ejercen un atractivo evidente y recuerdan que las naturalezas muertas de Mariano Eckert han dejado sus huellas. Vida tranquila –“still-life”–, esas obras proponen, con abundancia y meticulosidad, metáforas pictóricas de vegetales, hortalizas y frutas criollas: predomina un consenso estilístico, y una interpretación similar desparrama los elementos en la superficie.

Variando la temática, unos pocos participantes se atrevieron a plasmar la anatomía,  humana y equina, de academia más exigente. Asimismo, con cautela, una pequeña minoría se acercó al neo-cubismo o a una representación onírica, esfuerzos meritorios y arriesgados. En una proporción notable los autores han participado con más de una obra.

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Enseñanza

A pesar de que algunos expositores han tomado varios cursos, nos consta que ellos cuentan con maestros competentes, profesionales del arte y que enseñan gustosamente. Esta vertiente educativa, ofrecida por el Banco Central a  quienes finalizaron su compromiso  laboral, es positiva y fructífera: la exposición en el Instituto Cultural Dominico Americano lo demuestra. 

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