Las primarias del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), reflejaron el desencanto con la actual administración. ¿Chocante la afirmación? Pero definitivamente aceptable. Y comprensible. En caso de que el Partido Reformista Social Cristiano (PRSC), proyectase una imagen de ascenso potencial y cercano, el gentío lo rodearía. ¡Cuánto lo querríamos!

Es el PRD el que refleja la alternativa real. Por ello el éxito de este proceso explicable en la masa de electores que secundó este esfuerzo intrapartidario. No voté por ninguno de los dos candidatos, pues me encuentro ajeno a esa organización. Pero tal cual he dejado traslucir desde hace tiempo, entendía que al PRD le convenía Hipólito. Pese a lo vivido en su ejercicio anterior, sus adversarios lo han levantado. En la cadena de desastres políticos en que se ha sumido al pueblo dominicano, no hay como los sucesores para vindicar a los antecesores.

Gobiernos eficientes y progresistas ha tenido muy pocos la Nación Dominicana. Les he hablado a ustedes de un agente inglés que vivió entre nosotros a principios del siglo XIX. William Walton se quejaba, consternado, que la recién instalada colonia española de Santo Domingo gastaba todos sus ingresos en su empleomanía. Desilusionado, pues había ayudado a la expulsión de los franceses, afirmó entonces que este era un mal de la política hispana. No han cambiado tales inveteradas inclinaciones.

Por eso, estas crisis; como la que se padece actualmente. Y sus consecuencias. Esos efectos, a veces, son terribles lesiones al cuerpo social. Las asonadas populares, los levantamientos, constituyen la peor de las reacciones populares. Por suerte, además, esos eventos son escasamente frecuentes en pueblos tranquilos como el nuestro. Lo común en los tiempos del postrujillismo, es el voto de castigo.

De hecho, a Hipólito Mejía se le eligió otorgándole un voto de castigo al Partido de la Liberación Dominicana (PLD). Contra Mejía, un cuatrienio después, se otorgó un voto de castigo al elegir, de nuevo, a Fernández. Al concurrir tan masivamente a las primarias del PRD, las gentes han mostrado una profunda inconformidad con el camino por el cual marchamos.

La cuestión no radica en averiguar si a las primarias perredeístas concurrieron afiliados de otras organizaciones. La cuestión radica en sacar conclusiones respecto de esa concurrencia extraordinaria, sin precedentes. Por ello he señalado que ese número extraordinario de votantes habla del descontento popular con la administración actual.