Mi Pedro
La tos de mi muñeca
Mi Pedro no es soldado; no ambiciona
de César y Alejandro los laureles,
si a sus sienes aguarda una corona
la hallará del estudio, en los vergeles.
Si lo vierais jugar, tiene sus juegos
algo serio que a pesar inclinas.
Nunca la guerra le inspiró sus juegos,
la fuerza del progreso lo domina.
Hijo del siglo, para el bien creado,
la fiebre de la vida lo sacude;
busca la luz como el insecto alado,
y en sus fulgores a inundarse acude.
Amante de la patria y estusiasta,
el escudo conoce en él se huelga,
y de una caña que transforma en asta
el cruzado pendón trémulo cuelga.
Así es mi Pedro, generoso y bueno,
todo lo grande le merece culto;
entre le ruido del mundo irá sereno
que lleva la virtud germen oculto.
Cuando sacude su infantil cabeza,
el pensamiento que le infunde brío,
estalla en bendiciones mi terneza
y digo al porvenir: ¡te lo confío!
Como mi linda muñeca
tiene un poquito de tos
yo que enseguida me aflijo
hice llamar al doctor.
Serio y callado a la enferma
largo tiempo examinó
ya poniéndole el termómetro
ya mirando su reloj.
La muñeca estaba pálida
yo temblaba de emoción
y al fin el médico dijo
bajando mucho la voz:
Esta tos sólo se cura
con un caramelo o dos.