Exprisionero de Guantánamo relata su calvario

Exprisionero de Guantánamo relata su calvario

MONTEVIDEO. Uno de los seis expresos de Guantánamo que llegaron en la madrugada del domingo a Uruguay relató su calvario en una carta difundida el lunes y en la que se compromete junto a sus compañeros a brindar «solo buena voluntad» mientras estén en Uruguay.

«Mi nombre es Abdelhadi Omar Faraj. Por los últimos 12 años también he sido conocido como prisionero número 329 en Guantánamo. Y soy uno de los hombres recién llegados como refugiados en Uruguay desde esa horrible prisión», comienza la misiva enviada al diario local El País por su abogado en Nueva York.

Faraj relata en la carta su «niñez feliz» en Siria, en una familia de recursos modestos, su viaje a Irán a los 19 años en busca de trabajo y luego a Afganistán.

«Cuando la guerra en Afganistán estalló a fines de 2001, yo temía que una de las partes beligerantes, la Alianza del Norte, me mataría por ser árabe. Huí por tierra a Pakistán», señala. «Cuando llegué a la frontera con Pakistán, fui detenido por soldados paquistaníes.

Dentro de un día me entregaron a miembros del ejército estadounidense a cambio de una recompensa. Por un período de seis meses, los americanos me encarcelaron en Kandahar, Afganistán, en condiciones infrahumanas».

Tras meses de interrogatorios, el 8 de junio de 2002 fue trasladado al centro de detención de Guantánamo, abierto por Estados Unidos tras los atentados del 11 de septiembre de 2001.

Allí estuvo 12 años «frecuentemente en condiciones crueles, sin cargos, juicio o proceso justo». Según su crónica, en 2009 un equipo del gobierno de Estados Unidos revisó su expediente y determinó de forma unánime que debía ser liberado.

«Si no hubiera sido por Uruguay, hoy aún estaría en ese agujero negro en Cuba», señala Faraj, quien agradeció a Uruguay por recibirlo y especialmente al presidente uruguayo, José Mujica, «por su acto noble de solidaridad (…) y por su compromiso a tratarnos como seres humanos plenos, en vez de actuar como otro carcelero».

«En cuanto a mí y los otros prisioneros, deseo asegurarle a todos los uruguayos, incluyendo al gobierno uruguayo, que brindaremos solo buena voluntad y contribuciones positivas a Uruguay mientras aprendemos español y rehacemos nuestras vidas aquí», concluye.

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