Exterminio de los museos

Exterminio de los museos

Debemos expresar la tristeza que nos embarga por el cierre, por tiempo indetenido (o quizás para siempre), del Museo de Historia Natural, causado dizque por una bacteria.

Lo primero que se debe decir antes de entrar en materia, es que los museos son las instituciones que se encargan de resguardar el acervo cultural de los pueblos, junto a las bibliotecas, claro está, en donde los ciudadanos de los más variados credos, procesiones e intereses intelectuales, y en particular los estudiantes, van a saciar su sed de conocimientos en cualquiera de las ramas del saber, como podría ser el arte, la historia, los medios de transporte, la moda, y en el caso que nos atañe, el de la historia natural, en donde se exhibe e investiga la evolución de los seres vivos y su interacción con el entorno.

Ninguna gran metrópoli que se precie de serlo, sería más que un conglomerado de edificaciones con muchísima gente que trabaja y va de arriba para abajo sin ton ni son, sino contaran con esos centros de exhibición e investigación como lo son los museos. ¿Qué serían de París, Londres, Nueva York, Chicago, Berlín, Roma, Moscú, Madrid, Ciudad México, Buenos Aires, Caracas, San Juan, La Habana y un amplísimo etc más, sino contaran con sus grandes museos? ¿Es que acaso cuando viajamos al exterior lo primero que nos ofrecen los tour operadores no es una visita al Louvre, a la Capilla Sixtina, al Museo Británico, al Escorial, al Hermitage, al Museo de Historia Natural de Chicago, el Museo Antropológico de México y tantos otros que se nos escapan de la mente?

¿Es acaso concebible para grandes urbes, como de hecho lo es la ciudad de Santo Domingo en la actualidad, el avance intelectual de sus ciudadanos teniendo que cerrar museos como lo fue el Museo de Historia Natural, debido a la desidia gubernamental, el descuido e irresponsabilidad de sus incumbentes, y sobre todo, a la insensibilidad de quienes manejan tan importante área de la cultura?

No hay excusa para decir que por una bacteria en dicho museo se ha tenido que quemar todo su contenido, por la eterna cantaleta de: «no hay fondos para el mantenimiento», cuando es de todos sabido de la enorme cantidad de personal que cobra suculentos cheques sin hacer nada; es más, en su gran mayoría de gente no calificada que están en esos puestos porque son «compañeritos» que se fajaron en la campaña.

No hay excusas de ningún tipo para que un lugar tan emblemático y maravilloso como lo es la Plaza de la Cultura, obra grandiosa del doctor Balaguer no igualada, desgraciadamente, por nadie en ninguno de los gobiernos que le han sucedido, y que hoy se encuentre en semejante estado de abandono, arrabalizada, vandalizada, con muchas de sus plazoletas y estatuas en ostensible deterioro, como la estatua de Cervantes cundida de palabras soeces, en donde todos sus museos, incluyendo al otrora majestuoso Teatro Nacional, nos causan una penosa e indescriptible sensación de contenida rabia y vergüenza (a excepción de la Cinemateca Nacional, la cual verdaderamente está cumpliendo con el rol para la que fue creada).

Y ni qué decirles de la Casa Rodrigo de Bastidas en la zona colonial, centro éste que fue destruido dizque para hacer un tal «Museo del Niño»: ¿Para mostrar qué? ¿De cómo mueren de hambre los niños dominicanos? ¿Cuán analfabetos son porque la educación en este país ha sido un rotundo fracaso? ¿O ver la realidad de los barrios marginados en donde los niños roban, matan, se prostituyen y se drogan, porque aquí no existe ningún plan para reducir a la pobreza y sí reducir a los pobres matándolos de hambre?

En fin, amables lectores, no es de nuestro gusto reiterar la misma cantaleta de comentarios anteriores, pero es que viéndonos impotentes ante la irresponsabilidad e irracionalidad de quienes debieran salvaguardar nuestras instituciones culturales, ellos, tal y como los cómicos de mala muerte concientes del papelazo que están representando, simplemente hacen mutis, sin explicar nada, sin dar la cara, y nuestro bello Museo de Historia Natural, orgullo de los científicos y estudiantes dominicanos, desaparece para siempre, cual mítico animal antediluviano, y la cultura e investigación de este país queda desamparada, más empantanada en el pestilente y profundo charco de la mediocridad que ha brotado a borbotones en estos últimos cuatro años.

Descanse en paz, querido museo…

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