Extienden toque de queda para frenar violencia Irak

Extienden toque de queda para frenar violencia Irak

BAGDAD (AFP).- Los rezos de ayer se desarrollaron en Irak bajo el toque de queda, que fue prolongado al sábado, y en calma, mientras que en las ciudades chiítas del sur del país se sucedían las manifestaciones en favor de la unidad entre sunitas y chiítas.

Para evitar que se produjesen nuevos incidentes después de la violencia religiosa que siguió al atentado del miércoles contra un mausoleo chiíta en Samarra, al norte de Bagdad, el primer ministro Ibrahim Al-Jaafari prohibió que se llevaran armas sin autorización.

En la ciudad sunita de Samarra el imán sunita Ahmad Dayeh, a la cabeza de una masa de fieles, intentó rezar varias veces, en vano.

Replegado en una céntrica mezquita opinó que el atentado del miércoles “constituye un complot contra la ciudad y es necesario estar unidos para no caer en la trampa tendida por sus autores”, sin precisar quiénes eran. En las regiones chiítas los sermones descargaron a los sunitas de toda responsabilidad en el atentado y acusaron a “los terroristas partidarios de Saddam y los tafkiris”, extremistas sunitas.

“Este crimen fue cometido por el enemigo común de sunitas y chiítas. Debemos afirmar nuestro compromiso de vivir juntos de forma pacífica y fraternal”, señaló en la ciudad santa chiíta de Kerbala el representate del ayatolá Alí Sistaní, Abdel Mehdi al-Karbalai.

En Kut, Nasiriya e Hilla, los imanes lanzaron llamadas “a la unidad en las filas y al rechazo de las luchas internas”.

En Kufa el movimiento del jefe radical chiíta Moqtada al-Sadr organizó una manifestación para “oponerse a los intentos de sembrar la división” entre los iraquíes.

El imán de la mezquita de la ciudad santa chiíta de Nayaf, el jeque Sadreddin al Kubbanji, se refirió al embajador de Estados Unidos en Bagdad, Zalmay Jalilzad.

“Ciertas embajadas extranjeras hacen declaraciones irresponsables que refuerzan al terrorismo cuando se estaba debilitando”, declaró el imán, miembro del Consejo Supremo de la Revolución Islámica en Irak (CSRII), un pujante partido conservador chiíta.

El lunes Jalilzad había opinado que “el problema fundamental de Irak es un conflicto étnico y comunitario”. Había afirmado que los titulares de las carteras de Interior y de Defensa no debían ser “ni comunitarios, ni ligados a las milicias”.

El tono también era de apaciguamiento en las mezquitas sunitas. En Bakuba, al noreste de Bagdad, el jeque Chehab al-Samarrai calificó de “terrorista el ataque al mausoleo, así como a los lugares de culto sunitas”.

En Faluya el consejo local condenó los atentados, sean en los lugares de culto que sean. El jeque Hamid Jaddu, imán de la mezquita de Al-Forkan, pidió “la firma de un pacto de honor entre sunitas y chiítas para proteger los lugares santos musulmanes”.

El primer ministro iraquí intervino en la televisión para anunciar que desde ahora están prohibidas las manifestaciones armadas, así como llevar armas sin autorización, y subrayó que la seguridad sería reforzada.

“Con el fin de proteger a los ciudadanos y a sus bienes, está prohibido desde ahora circular armado y llevar armas fuera de casas y comercios sin disponer de una autorización especial”, declaró Jaafari.

El jefe del gobierno, que impuso el toque de queda en Bagdad y tres provincias del centro del país para el viernes, prolongó al sábado la orden que sólo permite circular entre las 16H00 locales (13H00 GMT) y las 20H00.

Pese a todo, dos obuses de mortero cayeron el viernes por la tarde sobre la tumba de Salman al-Farsi, un compañero del profeta Mahoma, en Madaen, a 25 al sur de Bagdad, indicó una fuente del ministerio del Interior.

Además, un muecín chiíta y un predicador sunita murieron, uno en el norte y en el otro al sur de Bagdad. Los cuerpos de trece personas muertas por disparos fueron descubiertos durante la mañana en diferentes barrios de la capital.

Dos miembros de los comandos de policía murieron y dos civiles resultaron heridos en la explosión de una bomba en el centro de Samarra.

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