Extracción de materiales en los ríos

Extracción de materiales en los ríos

LEANDRO GUZMÁN
La disputa entre las llamadas “granceras” y la Secretaría de Estado de Medio Ambiente y Recursos Naturales sobre la extracción de materiales para la construcción en los ríos del país merece ser analizada desde un punto de vista puramente técnico. Hay quienes han expresado la opinión en le sentido de que esa extracción de arena, grava y gravilla de los cauces de los ríos produce un daño ecológico, aunque no lo han definido con explicaciones convincentes.

Es por eso que la población no ha comprendido la razón de esa actitud. La sucesión de épocas geológicas en las que alternativamente se han producido plegamientos y actividades volcánicas, seguidas de erosión y desgaste por la intemperización  y/o escurrimientos de agua, ha producido la aparición y desaparición de cadenas de montañas, llanura y mares que ya no existen.

Es decir, la tierra ha estado sujeta a una continua evolución. En el origen de estos cambios, además de las fuerzas tectónicas, están las fuerzas erosivas del viento y el agua y la acción química de los elementos, que principalmente diluidos en el agua, penetran en los resquicios de las rocas.

Las corrientes de agua han nivelado y destruido montañas y formado planicies, por supuesto en el curso de millones de años. Ahora mismo, todo esto sigue en actividad.

La extracción de grava y arena del cauce de un río no afecta la producción anual de agua; lo que puede afectarse es la capacidad de conducción, que aumenta si se remueve material del cauce.

Consideramos que esto no produce daños a la ecología, siempre y cuando no se altere la estabilidad de los taludes de las márgenes.

Es lo contrario, pues al tener más capacidad se reducen las inundaciones, que siempre ocasionan pérdidas de vidas, daños  a la agricultura y daños materiales de todo tipo.

Es decir, dragar el cauce de un río con la extracción de materiales mejora su capacidad, siempre y cuando conserve su estabilidad en condiciones de altos flujos, lo que tiene que asegurarse protegiendo las márgenes.

Como la construcción no debe suspenderse, de prohibirse la extracción de materiales de los ríos habría que buscar un sustituto, que por supuesto tendría que ser abrir canteras de roca a mayor costo y con más daños ecológicos, porque en algunos lugares se afectarían bosques y, además, se generaría una producción incontrolada de polvo que necesariamente tendría que ser evitada con sofisticados equipos tecnológicos que aumentarían los costos de producción del material extraído.

La ecología, a nivel mundial, tiene graves problemas: el efecto invernadero, el agujero en la capa de ozono, la tala de bosques, la contaminación de la tierra, el aire y el mar, la caza y la pesca indiscriminadas, el agotamiento de recursos naturales como el petróleo y los incendios forestales.

La economía, especialmente en los pueblos pobres, determina hacer las cosas de modo que resulte lo más barato posible.

Si por la paralización de la extracción de materiales de paraliza la industria de la construcción, no solamente se crearía un obstáculo al desarrollo, con la pérdida de millares de empleos, precisamente en momentos en que se buscan fórmulas para paliar el desempleo.

Las “granceras” deben comprender que hay leyes que hay que respetar e impuestos que es absolutamente imprescindible pagar. Pero la Secretaría de Estado de Medio Ambiente y Recursos Naturales debe flexibilizar sus radicales posiciones, con acuerdos de consenso que no pongan en peligro nuestros recursos naturales.

No es cuestión de dejar que alguien quiera hacer lo que le plazca, ni de que otros quieran chantajear con la extracción de materiales de los ríos.

La industria de la construcción no puede paralizarse, pues el viejo refrán ya conocido dice que cuando dicha industria se mueve, el obrero trabaja y muchos que no lo son se ganan también en su forma de vivir.

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