MEXICO (AFP).- El presidente de México, Vicente Fox, expresó por primera vez su acuerdo en que se extraditen a otros países a narcotraficantes en las cárceles de este país, desde donde algunos siguen operando.

“Tenemos a buena parte de los capos mayores de los cárteles en la cárcel, y espero que próximamente también los podamos extraditar y presentarlos ante la justicia de otros países que los reclaman (…) para que no sigan operando y envenenando a nuestros jóvenes aquí en nuestro país”, dijo Fox en un desayuno con funcionarios de la Armada.

Fox reconoció también que “ha crecido el consumo de drogas”.

El gobierno mexicano concedió el pasado 12 de diciembre concedió a Estados Unidos la extradición de Héctor Luis Palma Salazar, alias “El güero Palma”, uno de los líderes del cártel de Sinaloa, aunque antes deberá cumplir procesos judiciales pendientes. Los juicios pendientes que tiene son por cohecho y asociación delictuosa, y otro por narcotráfico y delincuencia organizada, de acuerdo con fuentes de la fiscalía general que no pudieron precisar si Palma Salazar, encarcelado desde 1995, tiene ya o no una sentencia en firme por delitos contra la salud.

Es la segunda extradición de un capo mexicano que se concede a Estados Unidos en lo que va del año.

El 10 marzo, México otorgó la extradición de Osiel Cárdenas Guillén, considerado el líder del cártel del Golfo.

En septiembre pasado la Suprema Corte de Justicia de México declaró inconstitucional la cadena perpetua, producto de la suma de varias condenas.

Con esa resolución histórica, se abrió la puerta para agilizar la extradición de capos que suelen ampararse bajo el argumento de que en Estados Unidos se les aplicaría cadena perpetua o la capital.

Varios escándalos han surgido en torno a los tres penales de máxima seguridad en México, donde están concentrados los capos del narco.

En enero de este año, fue destituido el director de La Palma (centro), Guillermo Montoya, después de que fuera asesinado a balazos el hermano de un capo.

Ese escándalo llevó a la policía a registrar ese penal con fuerzas especiales, en una operación en la que se descubrieron teléfonos móviles y drogas, entre otros.

Las autoridades dispersaron días después a algunos de esos capos con carácter de urgencia a otras cárceles.

En uno de esos penales, en la fronteriza ciudad de Nuevo Laredo (noreste), la llegada de los capos coincidió con el asesinato de seis guardias.