Extrasístoles y otros accidentes

Extrasístoles y otros accidentes

Ese es el título de un libro, del cardiólogo dominicano con ejercicio en Chicago, Dr. Jochy Herrera, que no sólo trata sobre temas del corazón, sino que es un compendio de la evolución de la cultura occidental, vista a través de la evolución del conocimiento que hemos tenido  del órgano bomba.

Hace unas noches en la Academia de Ciencias de la República Dominicana, y en nuestra condición de directivo de la misma, dimos la bienvenida a unos contertulios, teniendo  la oportunidad de escuchar juicios acertados del bardo José Mármol y de Alfonso Quiñones, sobre la obra y el autor, quien fue presentado por otro igual al escritor, un prominente de la cardiología, el Dr. Rafael Guillén.

La hermosa noche de dilección, fue en verdad un “conversatorio” ameno sobre los distintos enfoques de la obra. Al final, el autor nos ofreció un recorrido por las distintas culturas hasta llegar a nuestros días. Tal como señalara Semir Zeki, en su obra -Artistic Creativity of the Brain- “Toda actividad humana es en último término un producto de la organización de nuestros cerebros y sujeto a sus leyes. Por eso espero que la neuroestética, el neuroarte, se amplíen y puedan aplicarse a otros temas, tales como las bases de las creencias religiosas, la moralidad y jurisprudencia, todo ello de fundamental importancia en la búsqueda del hombre para entenderse a sí mismo”.

Esta obra es, en verdad, un aporte a la neuro-cardiología, pero le tengo una crítica  al autor y es que por momentos, como cardiólogo eminente, trata de darle un papel más protagónico al corazón que al cerebro, pero me reconforto, pues en el prólogo el  escritor Francisco González  Crussí lo aconseja  al citar a Pascal: “el corazón tiene razones que la misma razón desconoce”, la única sin razón sólo puede albergarla el cerebro, órgano rector, celoso dirigente, cuando el corazón osa por imitación caer en sin razones, hace arritmias o provoca muerte súbita.

Qué es la cultura, ese abstracto gigantesco, esa capa externa  que cubre a los seres humanos y que llamamos cultura. Yo creo que, sin entrar en muchas disquisiciones académicas, la gran mayoría de pensadores señala como cultura ese complejo marco que incluye: conocimientos, ciencia, arte, moral, derecho, costumbres, y cualquier otra capacidad. Esta obra es un verdadero compendio cultural, tal vez sin tratarlo, nos lleva de la mano con pinceladas maestras ante la evolución del mundo, y nos hace viajar sin visas por el mundo del pasado y del presente “tecnologicum”.

Inicia el autor el capitulo “las misteriosas del alma”, con la poética del  exquisito lírico José Mármol,  tal como dijera el inmenso Octavio Paz: “Las palabras son las cosas, son los puentes que tendemos entre ellas y nosotros. El poeta es la conciencia de las palabras, es decir, la nostalgia, la realidad real de las cosas”. El autor ha compuesto, con una intensidad casi igualada al drama inherente del decir poético. Esta preocupación no es, de modo alguno, la única. Lejos de ello, en la obra “Extrasístoles y otros accidentes”, desde sus inicios viene iluminando problemas como el sublime poder del beso, el origen del placer, el corazón de la mujer, vivir sin sueños, el refugio líquido  de la melancolía. En una tónica poética, la que amplifica al abordar el tema de las lágrimas, casi logra el autor, la capacidad de síntesis de uno de nuestros grandes, de Don Manuel del Cabral: “la que cae de  los párpados, pero que dura es esa”.

En este su primer libro,  para ser el inaugural,  logra maravillosas conquistas– se me parecen a mí- como tributarias del drama del lenguaje, iluminado con un pensamiento propio, mezclando ciencia, historia y modernidad con una expresión que es magia pura, pues antes que nada es un talentoso humanista. Ya señaló alguien que los escritores, escribimos para  leernos, y que el martirio del ensayista moderno es encontrar cómplices, hágase usted cómplice, léala.

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