Extremadura

Extremadura

 MANUEL E. DEL MONTE URRACA
En su obra Extremadura (La tierra en que nacían los Dioses), Espasa-Calpe, S.A. Madrid, 1961, Miguel Muñoz de San Pedro, Conde de Canilleros, describe esta región española con lujos de detalles. Desde que la conocí me llamó mucho la atención, entre otros motivos, por el vínculo de estas tierras extremeñas de España con la América Total, de la que Santo Domingo llegó a ser su innegable hija primogénita, y por la similitud de su arquitectura con la colonial nuestra.

En sus preliminares el autor de esta maravillosa obra descriptiva cita a un escritor de nuestros tiempos, Rafael García Serrano, “por el hecho de haber tenido la fortuna de encontrar un título definitivo para un libro suyo sobre una conquista americana: Cuando los dioses nacían en Extremadura”. Que el Conde de Canilleros aprovecha para subtitular su obra Extremadura.

Un párrafo de estos preliminares expresa: “Extremadura, con sus terrenos primitivos, que le dan ancestral prestigio geológico y telúrico; con sus contrastes geográficos, con su tradición agrícola y ganadera, con sus remotas civilizaciones, con su historia gloriosa y sus tesoros de arte, tuvo su momento crucial y decisivo, su apoteosis universal, en la conquista de América. Aquí nacieron los dioses, todos los grandes dioses conquistadores del inmenso continente, desde Vasco Núñez de Balboa a Pedro de Valdivia, desde Hernán Cortés a Francisco Pizarro, desde Sebastián de Belalcázar a Pedro de Alvarado, desde Francisco de Orellana, el titán del Amazonas, a Hernando de Soto, el soñador del Misisipí…”

Se olvidaba el acucioso autor de Extremadura de mencionar el nombre del primero de estos “dioses”: Nicolás de Ovando. Pero en su introducción, al describir las glorias de la región más occidental de España, Muñoz de San Pedro se expresa en los términos siguientes: “Estos eran ya los momentos cruciales, (cuando los dioses nacían en Extremadura). No quedaba otra cosa que hacer sino ir a la conquista de Granada y esperar a que Colón volviera del Descubrimiento. Luego, en 1502, marcharía a las Indias como gobernador el extremeño frey Nicolás de Ovando, con lo cual quedaba abierto a sus paisanos el camino de las remotas latitudes”. Como efectivamente sucedió.

Como sabemos, o deberíamos saber, el gobernador Ovando llega a las Indias en abril de 1502, procedente de la corte de los Reyes Católicos, ostentando el título de Comendador de la Orden de Alcántara, originaria de Extremadura, y refunda la ciudad de Santo Domingo, después que la misma fuera devastada por un ciclón tropical, pocos meses después de su llegada a estas tierras.

En 1525 el cronista Gonzalo Fernández de Oviedo informa al mundo: “De Santo Domingo más particularmente hablando, digo que cuanto a los edificios, ningún pueblo de España, tanto por tanto, aunque sea Barcelona, la cual yo he visto numerosas veces, le hace ventaja generalmente…fue trazada con regla y compás y a una medida las calles todas, en lo cual tiene mucha ventaja a todas las poblaciones que he visto”.

En sus Elegías de Varones Ilustres de Indias, endecasílabas interminables compuestas en octavas reales, el Beneficiado de Tunja, Juan de Castellanos (1522-1607), al relatar los sucesos ocurridos en Santo Domingo expresa lo siguiente:

“Destos regalos pues están gozando Los desta isla ya bien proveida,Con el justo gobierno del Ovando,Medido por justísima medida; Y la ciudad entonces era cuando Se ha vido mucho mas engrandecida; Está su población tan compasada, Que ninguna sé yo mejor trazada.”

Extenderme hablando de las glorias de Santo Domingo, de Nicolás de Ovando, de Extremadura, y de cuantos temas importan muy poco a las grandes mayorías dominicanas, sería desear que lloviera sobre mojado. Y ese no es el caso. Me he querido referir a este tema, tan manoseado, si se quiere, pero tan dado a ser olvidado o despreciado, por el hecho de encontrarse en el Santo Domingo de siempre (1502-2007) una misión empresarial compuesta por miembros de la Federación de Empresarios de la Construcción de Extremadura, encabezada por su presidenta, que viene a tomar contacto con fines de inversión en su área.

Ojalá que estos empresarios extremeños puedan tener la oportunidad de conocer, más profundamente que como lo harían de turistas, la ciudad que esos “dioses” fundaron y desarrollaron en estas comarcas caribeñas, y por donde desfilaron todos, mucho antes que las que erigieron y explotaron en las demás regiones de América, y donde las huellas extremeñas se hacen sentir más que en ninguna otra parte del Nuevo Mundo, no obstante encontrarse una gran parte de ellas semi ocultadas o camufladas por la mano ignara, cuando no indiferente.

 Las casas que edificó el gobernador Nicolás de Ovando, entre las que se destaca la que constituyera para su propia residencia, todas ellas excelentes ejemplares de arquitectura extremeña, les espera para exigirles respeto y admiración al primero de los de su propia tierra en plantar su civilización en este lado del océano.

Bienvenidos señores empresarios. Santo Domingo está a sus órdenes. Redescúbranla y contribuyan con su rescate y revalorización en nombre de todos.

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