Extrememos la prevención

Extrememos la prevención

Un brote viral  está provocando trastornos gastrointestinales, afectando con mayor severidad a los niños. La Secretaría de Salud Pública ha advertido que la mejor forma de evitar contraer el virus es la higiene, tanto personal como hogareña y aconseja no gastar dinero en vacunas. Pero fuera del hogar están, posiblemente, los mayores precursores del contagio. Hay que evitar consumir alimentos y jugos de vendedores ambulantes, elaborados bajo condiciones de higiene generalmente precarias. Hay que tratar de evitar comprar botellas o fundas de agua en las calles, manipuladas sin normas de higiene.

La situación aconseja que en los planteles escolares, sobre todo en los públicos,  se adopten medidas adicionales de preservación de la limpieza. Si hay bebederos de agua deben ser bien higienizados y lo mismo rige para las instalaciones sanitarias. No debe faltar agua potable, purificada, y deben funcionar bien los aparatos de disposición de excretas. Fuera del ámbito escolar, los ayuntamientos deben procurar eliminar vertederos o acumulación de desperdicios. Hay  que extremar la higiene para evitar que el brote alcance proporciones de epidemia. Las autoridades sanitarias sostienen que se trata de una ocurrencia estacional y que los afectados se reponen rápido bajo tratamiento adecuado. Recordemos que una parte importante de la prevención está en nosotros mismos.

Una reforma con visión de Estado

Los legisladores que se constituirán en Asamblea Revisora para conocer el proyecto de modificación de la Constitución deberían guardar sus banderas partidarias. Deberían inspirarse en la necesidad que tiene el país de acabar de una vez por todas los cambios constitucionales a la medida. No es hora de un debate ideológico, sino momento de establecer principios guías para una nación que todavía no tiene su agenda.

Al proyecto de reforma constitucional se le han hecho reparos y objeciones. Los legisladores deberán ponerlo a tono con las necesidades del país, no la de un hombre o un grupo político, teniendo en cuenta que los individuos y sus circunstancias y  coyunturas pasan y las instituciones y el país quedan. Para ver las cosas con ese criterio se necesita abandonar el sectarismo político y despojarse del clientelismo. Copiemos de aquellos países que se han hecho grandes sin tener que cambiar a cada rato su Constitución.

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