Escribo estas líneas en la mañana del 12 de mayo, después de haber escuchado muchas noticias y algunos comentarios. Entre ellas hubo una que me pareció increíble, porque me puso a dudar de mi juicio y me hizo pensar que por mi edad, mi razonamiento ya estaba desfasado.

Como recuerdo de mis incursiones en la lógica cartesiana, por eso dudé de la veracidad de lo ocurrido en un departamento de la Junta Central Electoral en donde se manipulaba el padrón electoral .

Me pareció inusual o cosa de locos, también parecía lo que en alguna ocasión me ha parecido y es que muchas actuaciones de políticos dominicanos parecen escenas y argumentos de obras de ciencia ficción o de ópera bufa, risibles por lo tanto.

Risibles, por otro lado, si pese a todas las advertencias se trata de poner en marcha un gran fraude, algo que dudo, se estaría cometiendo un gran disparate, un crimen de lesa patria.

Quizás por ese temor fue que su Eminencia Cardenal López Rodríguez pidió oraciones porque el día de las elecciones estará en juego el destino de nuestra patria.

Porque una situación provocada por presiones quizás podría dar lugar a la no celebración de las elecciones o a su impugnación, y ello sucedería en el gobierno de Hipólito Mejía, que debe terminar el 16 de agosto de 2004.

Cualquier junta de gobierno que Mejía presidiere sin ser el fruto del voto en las urnas sería inconstitucional y el actual gobernante no se merece este final de su mandato.

Como Presidente de la República, Hipólito Mejía cometió errores. )Quién no los comete? Uno de los errores fue su lealtad a sus colaboradores que en mi opinión no estaban preparados para la administración de un gobierno como el de la República Dominicana, sobre el cual, por su posición estratégica es ruta obligada para la dinámica de muchas políticas mundiales.

La Cuenca del Caribe es importantísima y ahora está en efervescencia. Véase a Venezuela y los intentos por deponer a Hugo Chávez, su crisis con Colombia; el rompimiento de relaciones entre México y Cuba, los Estados Unidos han endurecido su injusto bloqueo a Cuba, que ya dura 45 años.

En la isla La Española, si a la situación haitiana se le agrega una crisis dominicana, unida a las preocupaciones mundiales del terrorismo, sería un desastre para todos.

No se puede permitir que por ambiciones políticas nuestro país sufra mermas en su soberanía el pueblo aporta mucho a la paz.

Aquí le toca a Hipólito Mejía una gran responsabilidad, gane o pierda las elecciones porque estará gobernando al país un período muy difícil.

Si pierde, tener, como dijo el Santo Padre Juan Pablo II, el heroísmo de pedir perdón y ofrecer su experiencia. Si triunfa, tener la valentía de perdonar y solicitar la colaboración de sus adversarios y hacer como hizo Ulises el héroe griego, que taponó los oídos de sus marinos para evitar que estas escuchasen los cantos de las sirenas que querían llevarlo al abismo.

Presidente Mejía en los palacios hay muchas sirenas y lo se por experiencia propia porque estuve cinco años en el Palacio Nacional.

Después no he vuelto a ver ninguna de esas sirenas que rondaban a la puerta de mi despacho y estaban en mi casa desde el amanecer.