Fabio fue bendecido con una mente excepcional

Fabio fue bendecido con una mente excepcional

Por: SANTIAGO VALENZUELA SOSA

Fabio Emiliano Valenzuela Sosa, mi hermano adorado, cerró sus ojos a la vida el pasado 5 de marzo, rodeado del cariño de su familia, en Syracuse, New York, a sus 72 años recién cumplidos.

Era un sanjuanero nacido en San José de los Llanos por una de esas circunstancias especiales de la hermosa relación entre doña Consuelo y don Vetilio, nuestros padres.

Fabio fue el primero en todos los grados de la enseñanza primaria, intermedia y secundaria. Se recibió como licenciado en Física, Magna Cum Laude de la UASD; Master en Física de la Universidad de Puerto Rico, recinto Río Piedras; Politólogo egresado de la UNPHU; Fellowship en Física Médica de la Universidad de Wisconsin bajo la dirección del creador de esa disciplina, John Cameron.

Luego de enseñar física en la UASD y en la UNPHU por más de dos décadas, decidió, a sus 40 años, hacerse médico en INTEC para proseguir la optimización de su experticia en el campo de la Física Médica, graduándose Summa Cum Laude, confiriéndosele el honor de pronunciar el discurso de gracias en representación de sus compañeros.

Recuerdo mi emoción al escuchar a mi hermano, cuya importante contribución financiera a nuestra familia posibilitó que me graduara de médico Magna Cum Laude, a los 26 años, dirigirse a los familiares de graduandos con una vibrante alocución sobre el futuro de su amado pueblo dominicano, aquella soleada tarde de julio de 1995. Contaba 43 años.

Entre 1978 y 1996 fue miembro del Partido de la Liberación Dominicana, donde escaló posiciones por mérito hasta llegar a ser vicesecretario de Asuntos Profesionales entre 1991 y 1996, fecha en la que decidió abandonar el país para completar su formación de Físico Médico, recibiéndose de Radiooncólogo en 2001 en la Universidad de Texas, Recinto Ciencias de la Salud, bajo la tutela del profesor de Radiooncología Terence Herman.

A partir de entonces, y certificado por el American Board of Radiology (ABR), desarrolló una intensa práctica clínica en la que se distinguió por su experticia en la optimización de dosis en el tratamiento radioterapéutico de miles de pacientes en los Estados de Iowa, New York, Texas y Wisconsin.

Fabio fue uno de los pilares en los que doña Consuelo se sostuvo para criar ocho hijos al enviudar a los 36 años. Su soporte emocional compitió con el apoyo financiero desde los 18 años al convertirse, basado en su destreza con los números, en contable-administrador de un prestigioso colegio de señoritas de la Capital.

Desde jovencito trabajó como adulto y la totalidad de sus entradas las entregaba a mamá.
Como esposo dedicó a Teresa, su compañera, lo mejor de su existencia y legó al pueblo dominicano y al estadounidense dos valiosas hijas, Consuelo Helena y Fabiola Teresa, ambas abogadas, que han descollado por la brillantez, probidad y ética heredadas de sus progenitores.

Siendo estudiante, mi hermano prefería sentarse en primera fila y en el medio para evitar distracciones. Era el mejor de la clase.

Almorzaba realizando una complicada tarea escuchando un partido de pelota, con música de su cantante favorito, pudiendo aprovechar las tres actividades y quedar bien con el profe, recordar los numeritos del partido y cantar en la bañera la melodía escuchada.

Dada su formación inicial de físico, muy rara en el ambiente médico, desarrolló habilidades de cálculo de dosis en radioterapia por encima del promedio de sus pares, siendo reconocido y premiado por las instituciones estadounidenses para las que trabajó, como un referente a imitar en ese sentido.

Su celo por el respeto del tejido sano y la búsqueda de la dosis ideal en radiocirugía, lo llevaron a crear un novedoso método de cálculo de dosis: el “Modelo Sosa”, empleado cada vez más alrededor del mundo. En el país, fue impulsor de la gestación y construcción del INCART.

Tenía el don, raro en los bendecidos con mentes excepcionales, de simplificar lo complicado y hacerlo entendible para el más torpe, con ejemplos edificantes que le brotaban espontáneamente.

Era un pedagogo natural. En 2015 publicó su original método para el cálculo de dosis en Radiocirugía: el “Modelo Sosa”, difundido por los cinco continentes.

Por otro lado, con lenguaje simple convirtió en comprensibles complicadas peripecias sociopolíticas de nuestro país y la subregión caribeña, en sus cinco tomos de “Queridisimas Hijas”. En ellos cuenta la historia del devenir nacional dominicano y regional caribeño lo más apegado posible a la verdad histórica para que sus hijas y nietos, que se han desarrollado en territorio estadounidense, conozcan sus raíces.

Su infatigable esfuerzo por promover el desarrollo de su amado pueblo dominicano estando en el lar nativo y allende los mares lo llevaron a ser el sostén financiero fundamental de su núcleo familiar, enseñar física a centenares de estudiantes durante 20 años, tratar con los mejores protocolos radioterapéuticos disponibles a miles de pacientes afectados de cáncer por más de 20 años en los Estados Unidos, orientar a estudiantes de radioncología y de politología a través de publicaciones relevantes.

El desarrollo en 72 años de una espléndida obra de tanta trascendencia humana y científica, apegado a la ética, al desprendimiento y al trabajo constante por el bien de los demás, merece ser reseñado, sobre todo en presencia del deterioro actual del culto a los valores fundamentales que han elevado a la humanidad a niveles superiores.

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