Fabio R. Herrera Miniño – Arrastrados al Gólgota

Fabio R. Herrera Miniño – Arrastrados al Gólgota

El público, asistente a las exhibiciones de la película de Mel Gibson, La Pasión de Cristo, han salido perturbados en su conciencia al ver como a un ser humano, aún cuando fuera divino, fuera tan severamente maltratado, y empujado a través de las calles de Jerusalén, al calvario del Gólgota.

Pero nosotros no tenemos que ir al cine para sufrir con la referida película, ya que en los pasados 44 meses, la administración perredeísta, nos ha ido empujando, primero lentamente, pero ahora aceleradamente por la desesperación de verse rechazados por el país, hacia la inmolación nacional con un empobrecimiento increíble, después que la nación disfrutó, durante más de diez, índices de crecimiento superiores al 6%.

En estos días de reflexión, en que nos despojamos de tantos pesares económicos y hasta políticos, y nos refugiamos en playas, montañas o en la tranquilidad de las poblaciones desiertas, nos toca analizar cual será nuestro futuro, cada vez más negro, y en donde las flagelaciones recibidas por Nuestro Señor Jesucristo resultan pequeñas ante los padecimientos que afectan a la población, que al decir de la excelente dama profesional Aura Celeste Fernández, hay gentes que se está muriendo de hambre, al expresarlo el pasado viernes en el programa En Plural cuando entrevistaba a nuestro Cardenal López Rodríguez.

El acelerado empobrecimiento, ignorado por un presidente reeleccionista, eufórico y arrollando cual tractor por encima de todas las realidades que padece la población, y avasallando a sus contrarios con el uso alegre y dispendioso de los recursos del Estado, nos conduce a un punto tal que hasta podría resultar que los haitianos, que huyen desesperados de la pobreza del lado occidental de la isla, de su país Haití, tendrían que revertir su movilización hacia oriente para de nuevo retornar su país, que quizás, con una presencia permanente de tropas extranjeras que se prolongaría por varios años, mejoraría sus condiciones mientras la parte dominicana, gracias al gobierno perredeísta, se empobrecería y entonces veríamos el fenómeno de que, nuestros compatriotas, no solo se irían en avalancha de yolas a Puerto Rico, sino que se irían a Haití a trabajar.

Nuestro calvario lo padecemos y sufrimos en su triste realidad, gracias a los pretorianos de un gobierno, que han aplicado los azotes de una errada política económica, que ha coronado de espinas al pueblo con una corrupción rampante y que han inferido heridas en el costado de la Nación cuando los servicios públicos son más deficientes como las escuelas y los hospitales, o casi inaccesibles como el servicio energético que obliga ya a tener a oscuras nuestras casas.

La caída, que sufre el país en su camino al calvario en la Vía Dolorosa, es producto de la carga de una moneda cada vez más depreciada y una inflación en ascenso, y a la vez, hace inalcanzable los productos básicos de la alimentación con precios que se alteran cada día frente a costos de producción cada vez más elevados aún cuando ahora algunos han experimentado algún descanso para alivio temporal de las amas de casa.

El país no ha tenido suerte con el PRD como gobierno, el hecho que los compañeritos disfruten de hasta tres sueldos de la administración pública no los hace más eficientes, sino, que en cada oficina pública se observa las negligencias e incapacidades para atender a los contribuyentes o los que buscan certificaciones en un registro, o hasta para sacar una placa de vehículos. No hay dudas que los perredeístas se propusieron crucificarnos para solo obtener sus beneficios, que con tanta pomposidad, exhiben por encima de la pobreza de la gente y de la sangre que vierten los dominicanos flagelados con un látigo de querer elevar la carga impositiva ya que los recursos, que ahora se recaudan por encima de los $10 mil millones de pesos mensuales no son suficientes para atender un proyecto reeleccionista, repudiado por todos, mientras el gobierno no paga los más perentorios compromisos, como es el desayuno escolar, ni mucho menos abastece de medicinas a los hospitales convertidos en almacenes de enfermos al borde de la muerte.

Reflexionemos en estos días santos, y más que solo ya faltan 38 días para la cita que se les permitirá a los dominicanos a expresarnos liberrimamente en las urnas, para mostrar el rechazo a un partido y a su candidato, que solo han producido mucha pobreza, hambre y desesperación por el aumento tan alarmante de los viajes ilegales hacia Puerto Rico convertida en la meta para evitar desaparecer, agobiados por la falta de empleos, y sin un futuro para sus familias. Padecemos la presión de un grupo gobernante que solo ha sabido dilapidar recursos y empobrecer al país con un crecimiento inaudito de la deuda externa, llevándola por encima de los $8 mil millones de dólares, que resultará impagable por ésta y las futuras generaciones dominicanas. Estamos condenados a la crucifixión por la incapacidad y las ambiciones de los perredeístas.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas