Fabio R. Herrera-Miniño – El ghetto terrestre

Fabio R. Herrera-Miniño – El ghetto terrestre

Sin vivir en aquellas manzanas aisladas de las ciudades de Polonia, a que los alemanes nazis condenaron a los judíos a vivir durante años, nosotros los terrestres estamos condenados a vivir en un minúsculo punto del espacio sideral rodeado de un conglomerado infinito de estrellas y planetas que pululan en el Universo, obedeciendo a determinadas leyes físicas y gravitando en torno a un astro sideral de cada sistema planetario.

La condición, hasta ahora conocida, de que la Tierra es el único planeta habitado del sistema cósmico, nos hace creer que somos una raza muy especial que Dios eligió como su preferida ya aparte de cumplir una misión como seres vivos, debemos vivir bajo leyes cuyo objetivo es la superación personal para realmente hacer realidad el mandato básico de la humanidad de amarnos los unos a los otros.

La Tierra es un ghetto muy especial, en donde los humanos de toda la raza e idiomas, estamos aprisionados sobre una inmensa masa de tierra y rodeados por doquier de agua, atrapados por la gravedad terrestre que permite asegurar la existencia, desarrollar la inteligencia y prosperar siempre y cuando se sepa vivir en perfecta armonía e interacción con los semejantes.

La superación del planeta está ocupada en su mayor parte por los océanos, con sus masas de tierra ubicadas en los continentes de peculiares conformaciones ortográficas, permitiendo desarrollar las razas de acuerdo al medio ambiente, y gracias al ingenio humano, enfrentar los desafíos que la Naturaleza impone como los lugares de frío intenso, de calores tropicales, o desiertos agobiantes o selvas espesas de difícil penetración.

Estamos atrapados en un planeta que es un ghetto para todos. El gran objetivo de los seres humanos es tratar de escapar del mismo para buscar otros lugares en el Universo que pudiera existir vida semejante a la nuestra o de otras condiciones. Las leyendas de cada asentamiento humano, e incluso en la Biblia, nos habla de contactos con seres extraterrestres de gran inteligencia, lo cual ha estimulado al ingenio humano a buscar la forma de sacudirse de la gravedad terrestre para viajar a otros planetas, logrando hasta ahora llegar a la Luna y posar los robots en la superficie marciana, en donde ahora se están descubriendo cosas interesantes que le darían un vuelco al conocimiento. Las sondas viajan por el espacio propalando un mensaje de amor y paz de los terrestres para ver si alguna otra civilización la capta. Todavía están por verse el resultado de esos costosos esfuerzos.

Pretender que somos los únicos seres racionales en el Universo es un falso orgullo, que ahora en este siglo XXI, se irán despejando las incógnitas como ocurrió con el avance de la Humanidad a partir del siglo XV. El oscurantismo de la Edad Media fue sacudido en un proceso que sacó a la humanidad del feudalismo, y el espíritu se conmocionó en un renacimiento para fijar los esquemas de lo que es el mundo de hoy. Con el descubrimiento de nuevos continentes, la civilización europea se encargó de esparcirse por todo el planeta, llevando sus lineamientos a los conglomerados que entraban en contacto con los conquistadores y algunos de esos conglomerados desaparecieron como fue el caso de los indígenas de la isla de Quisqueya.

Con el notable avance de la ciencia y la tecnología y esa apertura mental que vive la humanidad es este siglo XXI, no no causaría espanto o extrañeza, ni terror que se confirme la existencia de vida en otros sistemas cósmicos y hasta se llegaría al contacto deseado que tantos temores generaba en el pasado.

Es probable que a mediados de este siglo XXI, esa humanidad del futuro va a estar preparada para entrar en contacto con otras razas, si las hubiere, que hasta podría ser más avanzada científicamente que la terrestre, ya hasta en su desarrollo, haya ido más lejos en la función fundamental de los seres vivos racionales que es el convivir en el amor.

El desarrollo ha hecho conmover los cimientos del ghetto terrestre para perder los temores de establecer contacto con otros seres planetarios. Ya en este siglo nuestros descendientes se darán cuenta de que este planeta no garantiza un aislamiento que permitía a los humanos entretener y despedazarse con guerras, odios, pasiones, ambiciones, etc., que junto con el avance de las ciencias, se conseguían los medios de vida para una población en crecimiento constante que hace peligrar la existencia por la limitaciones de la producción alimentaria como hasta la conocemos a medida que más nos apretujamos en este encierro sideral.

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