CHICAGO. AFP. Ningún fabricante de automóviles del mundo logró escapar en 2008 a la tormenta que sacude el ramo y que puede costar sangre, sudor y lágrimas, aun cuando en algunos países el Estado pueda acudir en socorro de una industria rica en mano de obra.
En Washington, los tres gigantes estadounidenses –General Motors (GM), Ford y Chrysler– otrora pujantes terminan el año logrando del Congreso una ayuda condicionada para los dos primeros, de US$13.400 millones para salvarse de la quiebra. La crisis del crédito resultará cruel para las «Tres grandes» de Detroit, en un contexto en que los bancos no quieren prestar dinero a los consumidores. Pero los sinsabores de los fabricantes son merecidos por el error de producir vehículos demasiado voraces en tiempos de precios elevados del petróleo.
GM y Chrysler advirtieron que podrían quebrar a comienzos de 2009 si no recibían ayuda estatal.