Fábulas artísticas

Fábulas artísticas

El cuervo triste graznaba,

con el corazón herido,

porque su ronco graznido

emoción no suscitaba,

con él nadie se inspiraba

ni alcanzaba el arrebato;

y aunque se pasaba el rato

entonando mil canciones

no despertaba emociones,

ni en el ser más insensato.

”Por qué”, triste se decía,

”aunque tanto esfuerzo hago

no provoco ni un halago

ni una muestra de alegría,

sé que no tengo armonía,

que mi ritmo es desastroso,

que mis registros penosos,

decepcionan a cualquiera;

pero al menos ante las fieras

debía resultar gracioso.

Careces de promoción”,

le gritó una zorra astuta,

”si tu graznido no gusta

ni a nadie causa emoción,

eso es mínima cuestión

pues amigo lo importante

es que un promotor prestante

asuma tu gran carrera

y hagas fluir por chorreras

plata contante y sonante.

Si usas mis mañas zorrunas

te llevaré al estrellato,

firmaremos mil contratos

y haremos una fortuna;

con una alianza oportuna

Entre tu voz y mi astucia,

Que me sé cientos de argucias

Para hacer de ti un portento,

Tu carencia de talento

Será una leve minucia.

¡Trato hecho!”

dijo el cuervo,

y con su pico protervo,

le firmó muy satisfecho;

la zorra con los derechos

de su artista, entre las patas

hizo correr mucha plata

en el medio musical,

y pronto el reino animal

conoció una voz muy grata.

Unas semanas después

del acuerdo referido,

el exitoso graznido

sonaba hasta al revés;

el comercial interés

somete a su tiranía

la lírica y melodía

la calidad y el talento,

y quien crea que

esto es un cuento

que oiga radio

en estos días.

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