Fábulas

Fábulas

Tomás de Iriarte
El gusano de seda y la araña
Trabajando un gusano su capullo,
la araña, que tejía a toda prisa,
de esta suerte le habló con falsa risa,
muy propia de su orgullo:
« ¿Qué dice de mi tela el señor gusano?
Esta mañana la empecé temprano,
y ya estará acabada a mediodía.

¡Mire qué sutil es, mire qué bella!…»
El gusano, con sorna, respondía:
« ¡Usted tiene razón; así sale ella!»
Se ha de considerar la calidad de la obra, y no el tiempo que se ha tardado en hacerla.

El buey y la cigarra

Arando estaba el buey, y a poco trecho, la cigarra, cantando, le decía:
« ¡Ay!, ¡ay! ¡Qué surco tan torcido has hecho!»
Pero él la respondió: «Señora mía,
si no estuviera lo demás derecho,
usted no conociera lo torcido.

Calle, pues, la haragana reparona,
que a mi amo sirvo bien, y él me perdona, entre tantos aciertos, un descuido».

¡Miren quién hizo a quién cargo tan fútil!
una cigarra al animal más útil.
Mas ¿si me habrá entendido
el que a tachar se atreve
en obras grandes un defecto leve?

Muy necio y envidioso es quien afea
un pequeño descuido en una obra grande.

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