Como en múltiples oportunidades el pueblo y el Gobierno de la República Dominicana han dado muestras de la búsqueda de una relación de armonía, respeto y provecho común con Haití, la atención en el país se centra en observar si ese proyecto binacional aún inconcluso contará con el entendimiento y concurso de Joven el Moise cuando tome posesión como nuevo presidente haitiano.
Aunque ya se da por un hecho que Moise podrá instalarse sin problemas, luego de que ganara los comicios con 55,67% de los votos emitidos y con distante diferencia con su más cercano competidor, deberá esperar la cuenta final que se entregará al tribunal electoral de Haití, donde los partidos políticos pueden disputar los resultados antes de que se certifiquen los ganadores el 29 de diciembre.
La violencia escenificada en las calles de Haití en las últimas semanas, esporádica pero preocupante por lo que pueda entrañar, luego de que el proceso transcurriera en forma pacífica, ha creado nuevas tensiones y el temor de que la inestabilidad siga siendo un factor insuperable en la vecina nación, la más pobre del hemisferio.
Todo esto hace que los temas relativos a Haití, con toda su diversidad de retos y problemas, no pueden ser tratados ni considerados por los dominicanos como asuntos de importancia estrictamente externa.
La forma en que los medios locales prestan atención a la situación en la vecina nación podría parecer un lugar común por la persistencia, pero en rigor y vista con detenimiento, tal percepción sería miope o errónea. De esta forma se desconocería un elemento fundamental: Es tal la interacción e incidencia que esa cuestión tiene sobre nuestro país en términos migratorios, económicos y comerciales, que el impacto es crucial en cualquier sentido e ignorarlo entrañaría grandes riesgos y consecuencias.
Aunque la asistencia de votantes en las elecciones haitianas fue bastante reducida con respecto a la cantidad de ciudadanos hábiles para ejercer el sufragio, el hecho de que el proceso transcurrió con completa normalidad, a diferencia de certámenes anteriores, ha sido un factor positivo y tranquilizador.
Para los dominicanos es de sumo interés la estabilidad política y social que pueda concretarse con las nuevas autoridades, pues contribuiría a disipar aprensiones sobre el potencial riesgo de un limbo o vacío institucional, como ha ocurrido luego de otras consultas populares a que han acudido los haitianos.
El afianzamiento de la democracia en la hermana república permite reencauzar la agenda bilateral y, consecuentemente, fortalecer la amistad y la cooperación en diferentes áreas con nuestro país.
La falta de oportunidades en su tierra les obliga a emigrar y la vía más expedita es la República Dominicana porque compartimos un mismo territorio insular. Aunque este es el recurso que está a la mano, principalmente para inmigrantes indocumentados, debido a que tenemos una frontera que en la realidad no pasa de ser una línea imaginaria, en los últimos tiempos los haitianos han intensificado la búsqueda de otros destinos.