Factor indeseable

Factor indeseable

La Junta Central Electoral (JCE) ha asumido para sí el desafío de tratar de reducir el alto índice de abstención previsto para las elecciones congresuales y municipales del 16 de mayo próximo.

Este índice, según estudios a que se ha referido el doctor Nelson Gómez, presidente de la Cámara Administrativa del tribunal electoral, alcanzaría en el Cibao un 50%, un porcentaje superior al promedio habitual de abstención para elecciones de esta categoría.

Hay que presumir que índices similares podrían afectar las votaciones en otras regiones del país donde se ejerce una política tan fogosa y dinámica como la que hacen los cibaeños. 

-II-

El problema de la abstención debe ser visto como algo más que un desafío para la JCE que, por cierto, en las presentes circunstancias no podría hacer mucho para tratar de modificar la falta de voluntad o apatía de muchos dominicanos ante la oferta electoral.

El índice de abstención tan alto que cita el estudio a que alude el funcionario de la Junta probablemente tiene mucho que ver con la pobreza de la campaña política, la falta de propuestas de los candidatos y el descontento provocado en algunos partidos por los efectos excluyentes de determinadas alianzas.

Por otra parte, aunque las elecciones municipales y congresuales se llevan a efecto separadas de las presidenciales, en el ánimo de los dominicanos hay una inclinación presidencialista que le resta interés a los comicios del tipo que corresponde al 16 de mayo próximo.

Como se podrá observar, son muchos los factores ajenos a las tareas de la JCE que influyen en el índice de abstención, y son muchas las variables sobre las que hay que trabajar para lograr desarticular la apatía de los dominicanos ante las elecciones congresuales y municipales.

-III-

Quizás el aspecto crucial y determinante del índice de abstención sea un factor de calidad, o falta de la misma, en el quehacer que compete a los partidos como soportes de la democracia.

Los liderazgos desgastados que predominan en estos tiempos realmente no dominan la atención del público con la fuerza que lo hicieran en su momento Juan Bosch, Joaquín Balaguer, José Francisco Peña Gómez y otros líderes de alto calibre, ya desaparecidos.

Por esas mismas razones, los partidos han perdido aquel poder de convocatoria que les permitía concentrar grandes multitudes en marchas o manifestaciones políticas y provocar verdaderas peregrinaciones hacia las mesas electorales.

Por eso, más que trabajar en lo que atañe a la Junta como organizadora y árbitro del proceso electoral, hay que lograr que los políticos desempeñen un mejor papel y que los electores tengan una mejor valoración del papel que les corresponde en la democracia como entes con autoridad para delegar y asignar los poderes de la democracia representativa.

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