Factores de riesgo cardiovascular

Factores de riesgo cardiovascular

Con el avance producido en los últimos cincuenta años en el área de la epidemiología y la cardiología, se ha podido identificar una serie de factores de riesgo para la enfermedad cardiovascular.

Estos factores se pueden clasificar como tradicionales, algunos no modificables como la edad, el sexo, y la genética además de otros factores, como dislipidemias, tabaquismo, hipertensión arterial y diabetes mellitus susceptibles de ser modificados.

Otros factores se han definido como condicionantes debido a controversias respecto de su rol independiente, y entre ellos se pueden mencionar a la obesidad, dieta, sedentarismo y estrés psicológico.

Todos estos factores actúan como inductores de la formación de la placa de ateroma en el interior de los vasos sanguíneos. Sin embargo, la investigación experimental ha permitido conocer otros factores como las alteraciones en el metabolismo del fibrinógeno o en las endotelinas o proteínas de membrana de la pared plaquetaria que también favorecen la aparición de la placa de ateroma.

Aún más, recientes estudios realizados en modelos animales y mediante estudios serológicos en pacientes afectados sugieren que en una proporción de éstos la etiología podría estar relacionada con enfermedades infecciosas como la Chlamidia o el Helicobacter. Por lo tanto, parece que quedan muchos aspectos por conocer de la enfermedad cardiovascular.

[b]FACTORES TRADICIONALES[/b]

[b]Tabaquismo[/b]

El tabaco es el factor de riesgo cardiovascular más importante, con la particularidad que es el más fácil de evitar. El fumar o estar expuesto a fumadores daña las paredes internas de las arterias, permitiendo el depósito de colesterol en ellas.

Está demostrado que la incidencia de enfermedad coronaria es tres veces mayor en los fumadores que en las personas que no tienen este hábito.

Existen 3 mecanismos por los que el tabaco puede producir enfermedad coronaria o cardiovascular:

1. La nicotina desencadena la liberación de las hormonas adrenalina y noradrenalina que producen daño en la pared interna de las arterias.

2. La nicotina produce alteraciones de la coagulación, aumenta la capacidad de las plaquetas para unirse y formar coágulos (agregabilidad plaquetaria).

3. El fumar produce un incremento de los niveles de colesterol malo y reduce los niveles de colesterol bueno.

[b]Sedentarismo[/b]

La inactividad física se considera uno de los mayores factores de riesgo en el desarrollo de las enfermedades cardíacas, incluso se ha establecido una relación directa entre el estilo de vida sedentario y la mortalidad cardiovascular.

El ejercicio regular disminuye la presión sanguínea, aumenta el colesterol HDL y ayuda a prevenir el sobrepeso y la diabetes. Por otro lado colabora a disminuir el estrés, considerado como otro factor que favorece la aparición de complicaciones.

[b]Dislipidemias[/b]

Los lípidos elevados son uno de los principales factores de riesgo cardiovascular. Los niveles plasmáticos se van modificando con la edad. En los varones adultos a partir de la pubertad y hasta la década de los 40 se va produciendo un incremento progresivo del colesterol de baja densidad, mientras que en las mujeres este aumento es mucho más lento hasta el periodo de la menopausia, donde sufre una aceleración, alcanzando en la senectud cifras superiores a las de los varones.

[b]Hipertensión[/b]

La hipertensión arterial es uno de los factores más importantes en el desarrollo de la aterogénesis. Actúa como un factor de riesgo independiente en la arteriosclerosis avanzada, potenciándose su efecto perjudicial cuando se asocia a otros factores de riesgo coronarios como el tabaco, la diabetes y las dislipemias.

Si, además se asocia a una de sus complicaciones como es la hipertrofia ventricular izquierda, la tasa de mortalidad por evento coronario se incrementa de una forma muy significativa. La mayoría de los pacientes hipertensos no tratados con el tiempo sufren un incremento de las cifras de presión arterial.

Incluso los pacientes con hipertensión arterial moderada y sin evidencia de daño de órgano, sin tratamiento tiene una alta probabilidad de complicaciones graves en un periodo de 10 años. Por lo tanto, la hipertensión arterial sin tratamiento específico a largo plazo se convierte en una enfermedad letal.

[b]Diabetes mellitus[/b]

La diabetes mellitus es un factor de riesgo muy importante para todas las manifestaciones de la enfermedad arteriosclerosa, la enfermedad coronaria y la enfermedad cerebrovascular, así como para la enfermedad arterial periférica. La intolerancia a la glucosa se puede definir como un precursor de la diabetes mellitus e igual que ella es un importante factor de riesgo cardiovascular.

Es bien conocida la asociación de la diabetes mellitus o la intolerancia a la glucosa con otros factores de riesgo coronario como son la obesidad, la hiperinsulinemia, las alteraciones del metabolismo lipídico, principalmente con la elevación de los triglicéridos y de las lipoproteínas de baja densidad.

La intolerancia a la glucosa aún en ausencia de diabetes franca está asociada también con un incremento del riesgo de las complicaciones macrovasculares de la diabetes, especialmente con la cardiopatía isquémica y la enfermedad cerebrovascular.

El riesgo de patología cardiovascular es mayor en varones en la población general y en los pacientes diabéticos las tasas en ambos sexos se igualan, perdiendo los estrógenos su papel protector del lecho vascular.

[b]Factores hormonales[/b]

La tasa de incidencia de la enfermedad cardiovascular aumenta de forma exponencial en las mujeres menopaúsicas, de modo que la incidencia y prevalencia se igualan con el varón a partir de los 75 años. Cuando existe tabaquismo concomitante se incrementa de forma significativa la incidencia de trombosis venosas.

En cuanto a los anticonceptivos hormonales su efecto adverso más severo es un incremento en el riesgo de enfermedad cardiovascular. El efecto sobre el riesgo de trombosis venosa profunda, accidente cerebrovascular hemorrágico e infarto de miocardio difiere mucho de un preparado hormonal a otro así como de la coexistencia de otros factores de riesgo como el tabaco, la hipertensión o las dislipemias.

[b]FACTORES EMERGENTES[/b]

En las últimas décadas se ha podido profundizar en el conocimiento sobre las causas de las enfermedades cardiovasculares, permitiendo la identificación de nuevos factores que permitirán intervenciones más efectivas en el progreso de la enfermedad cardiovascular; son los llamados factores emergentes de riesgo cardiovascular:

La importancia que han adquirido estos nuevos elementos se debe a que los factores de riesgo cardiovascular convencionales no son capaces de explicar totalmente las variaciones observadas en la severidad y la prevalencia de la cardiopatía isquémica.

Los factores de riesgo tradicionales como la hipertensión arterial, el tabaquismo y el colesterol elevado se relacionan con un mayor riesgo de enfermedad cardiovascular aterosclerótica.

Sin embargo, muchas personas con aparente bajo riesgo sufren ataques cardíacos. Cerca del 80 por ciento de los pacientes coronarios tienen niveles de colesterol similares a los de otros individuos que no desarrollan dicha enfermedad.

Por esa razón, hace algún tiempo surgió el concepto de nuevos factores de riesgo identificados a partir de investigaciones de las causas de la aterosclerosis y respaldados en observaciones clínicas, epidemiológicas y de laboratorio. Varios de estos factores son considerados, en la actualidad, predictores de riesgo independiente.

[b]Homocisteína[/b]

Es un aminoácido azufrado, producto intermedio en el metabolismo de la metionina.

Observaciones realizadas en casi un centenar de estudios clínicos y epidemiológicos han sugerido que los niveles elevados de homocisteina se relacionan con un mayor riesgo de enfermedad coronaria, accidente cerebrovascular y arteriopatía periférica.

Fibrinógeno

El fibrinógeno es una glucoproteína plasmática soluble y de alto peso molecular sintetizada en el hígado. Actúa incrementando la agregación plaquetaria y la formación de trombos de fibrina. También aumenta la viscosidad de la sangre lo que puede tener efecto en la formación de placas.

Se ha demostrado que un estilo de vida saludable (mayor actividad física, cesación de fumar, descenso de peso y control de otros factores de riesgo) pueden influir favorablemente en el descenso del fibrinógeno elevado.

[b]Infecciones[/b]

Varias líneas de investigación han sugerido que algunos agentes infecciosos como el citomegalovirus, el virus herpes, el Helicobacter pylori y la Chlamidya pneumoniæ podrían contribuir al desarrollo de enfermedad arterial aterosclerótica. Particularmente las investigaciones sobre Chlamidya pneumoniæ mostraron resultados más atractivos.

Las enfermedades infecciosas crónicas comunes pueden tener un papel en la etiopatogenia de la arteriosclerosis y por lo tanto en la enfermedad coronaria actuando tanto de forma independiente como coadyuvantes de los factores de riesgo coronario conocidos.

[b]Proteína C reactiva[/b]

La proteína C reactiva es uno de los marcadores de inflamación investigados. Recientes evidencias sugieren que la inflamación puede ser un indicador de futuros eventos cardiovasculares.

Algunos investigadores han demostrado que los niveles de La proteína C reactiva pueden estar elevados muchos años antes de un ataque cardíaco o cerebrovascular.

El mejor conocimiento de los factores de riesgo cardiovasculares reviste gran importancia en la medida que actúan como potenciadores de la principal causa de muerte en todos los países: las enfermedades cardiovasculares. Además, muchos de ellos son modificables o evitables lo que puede traducirse como una menor tasa de mortalidad asociada a eventos cardiovasculares.

[b]RECOMENDACIONES[/b]

Para disminuir los factores de riesgo es necesario introducir cambios en el estilo de vida:

– Controlar periódicamente su presión arterial.

– Disminuir el consumo de sal, té y café si se tiene presión alta.

– Moderar el consumo de alcohol.

– Mantener un peso adecuado a la estatura.

– Llevar una alimentación completa y equilibrada, no abusar de productos precocinados, congelados o fritos ni de alimentos ricos en grasas animales.

– Aumentar el consumo de legumbres, verduras y fruta.

– Seleccionar alimentos de alto valor nutritivo, pero de escaso valor calórico.

– Ajustar la alimentación a las necesidades del estilo de vida. No puede consumir el mismo número de calorías una persona que realiza un trabajo sedentario que un deportista.

– No creer en dietas mágicas. No dan resultado y pueden ser muy perjudiciales para la salud. Una dieta alimenticia sólo debe establecerla un especialista.

– Dejar de fumar.

– Hacer ejercicio de acuerdo al estado de salud, características físicas y aficiones. Si la actividad física no resulta placentera rápidamente se abandona.

– Puede ser más efectivo tomar clases de baile, que inscribirse en un gimnasio.

– La Asociación Americana del Corazón recomienda realizar entre 30 a 60 minutos diarios de ejercicios aeróbicos, como caminar a un ritmo de 6 km/hr, para reducir el riesgo de sufrir un infarto.

– Antes de iniciar cualquier programa de entrenamiento se recomienda consultar con el médico.

– Modificar costumbres para mantener saludable el corazón: caminar más, no tomar el ascensor, realizar las pequeñas compras sin utilizar el auto, fomentar el contacto con la naturaleza.

– Dejar tiempo libre para esparcimiento y para descansar.

– Aprender a controlar las emociones.

– Dormir las horas necesarias y en las mejores condiciones ambientales posibles.

Ser positivo y con sentido del humor para afrontar los problemas diarios.

Realizar un chequeo médico preventivo anual según la recomendación del médico.

[b]¿MODIFICABLES O NO?[/b]

Factores modificables: son aquellos que pueden ser corregidos o eliminados a través de cambios en el estilo de vida.

Presión Arterial Elevada

Niveles elevados de colesterol

Tabaquismo

Sedentarismo

Obesidad

Diabetes

Estrés

Alcohol

Factores no modificables: son constitutivos de la persona la que siempre tendrá ese factor de riesgo y no es posible revertirlo o eliminarlo.

Sexo

Herencia.

Edad

Antecedentes personales de enfermedad coronaria y vascular.

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