En la naturaleza se observan muchas formas de envejecimiento: las plantas florecen, dan semillas, mueren y se regeneran cada año según un código genético programado; los árboles crecen hasta que ya no pueden llevar nutrientes y líquidos a las partes superiores en un período de años predecibles para cada especie.

Entre los mamíferos inferiores, el envejecimiento y la muerte suelen ocurrir al mismo tiempo que la pérdida de la fertilidad, tan pronto como lanza a la generación más joven al mundo, la de los padres muere. Los humanos son una de las pocas excepciones a la regla (los elefantes son otra). El ciclo vital humano se extiende mucho más allá de la capacidad reproductiva, que termina más o menos a los 50 años en las mujeres y algo después en los hombres.

En los humanos, la influencia de la genética es particularmente notable en los estudios de gemelos idénticos, que se quedan calvos, acumulan arrugas y se encogen al mismo ritmo, a pesar de prolongadas separaciones. Por el otro lado, los mellizos envejecen a su propio ritmo y tienen ciclos de vida diferenciados.

De todas maneras, para que el componente genético se exprese del todo habría que cancelar o mantener al margen la totalidad de los demás factores: estrés, accidentes y enfermedades. Como esto es imposible, debemos considerar otros procesos tanto dentro como fuera del cuerpo, que determinen que tanto del potencial genético será realizado o si acaso podemos extenderlo.

Los factores externos que afectan al envejecimiento van de accidentes de tránsito mortales a enfermedades infantiles y contaminación atmosférica. Se ha determinado que existen diversos factores externos, reversibles y permanentes, que alargan o acortan la esperanza de vida. Por ejemplo, la vida rural, comparada con la urbana, añade cinco años, lo mismo que estar casado frente a soltero. La obesidad tiene un efecto negativo constante que resta 3.6 años de vida a quienes tienen un 25% de sobrepeso y 15.1 a los que tienen más del 67%. Con la proliferación de los reactores nucleares, la radiación se ha convertido en otro factor externo.

La senescencia, o el envejecimiento normal, consiste en el proceso biológico de envejecer asociado con el paso del tiempo que afecta a toda la gente. No incluye a las enfermedades que atacan a ciertos individuos, pero no a la totalidad de la población.