Factores y actores en la crisis del PRD

Factores y actores en la crisis del PRD

En última instancia, el desenlace del proceso convencional del PRD del 2011, del cual salió ganancioso Hipólito Mejía, en última instancia, constituye el factor determinante de la presente crisis que sacude a esa colectividad política. Sin embargo, en el discurrir del proceso electoral recién pasado se fueron combinando una serie de hechos que han determinado el carácter multifactorial de esta crisis.

Los resultados de la convención del 2011 reflejaban una casi paridad en la correlación de fuerzas entre Miguel Vargas e Hipólito Mejía. Sin embargo, el proceso electoral modificó esa correlación a favor de este último hasta tal punto que la fuerza de Vargas, en términos numéricos y de representatividad, se ha reducido prácticamente a la nada.

Sus antiguos seguidores más representativos han rechazado su nefasta y vergonzosa actitud frente al candidato de su partido y ahora militan por la legalidad partidaria, entre otros, el presidente en funciones y los secretarios general y de organización del partido.  Ante ese hecho, dos días antes de las votaciones, sin rubor ni pudor Vargas envió  a la JCE una ilegal lista de los dirigentes del Comité Ejecutivo Nacional del PRD.  Preparaba su sainete. 

Y lo preparaba contando con el factor PLD/gobierno, pues así como durante el proceso electoral Vargas jugó el papel de Caballo de Troya en su propio partido, ese mismo papel lo juega ahora el gobierno/partido en la presente crisis del PRD. Ese es el aspecto más ominoso y peligroso para el discurrir y eventual culminación de la presente crisis de ese partido.

Es ostensible la legitimidad y legalidad de la mayoría  agrupada en torno a Mejía, pero el camino hacia la solución de la crisis de ese partido terminará en la sala de los tribunales, las cuales están controladas por el PLD/gobierno, cuya dirección y cuadros medios estarían mayoritariamente tentados a llevar a efecto su perenne deseo: la destrucción del PRD o en esta coyuntura, reducirlo al máximo, al constatar la tendencia a la baja de su cuerpo electoral en los dos últimos comicios, al punto de ya ser menor que el del PRD.        

Alrededor de Danilo existen algunas cabezas inteligentes, que quizás entiendan que destruir el PRD es tarea imposible, que intentarlo sería una mayúscula irresponsabilidad. Saben que tendrían que escoger entre el apoyo de un Vargas disminuido, rodeado de algunos tránsfugas y buscavida, para agenciarse la legitimidad y legalidad de determinadas iniciativas de gobierno o hipotecar la gobernabilidad del país, enfrentando el 47% de la gente que favoreció a Mejía.

¿Hasta dónde podrían detener ese deseo de destruir el PRD, algo que parece formar parte del código genético de la generalidad de los peledeistas? El  tiempo dirá. Mientras tanto, el PRD real y legal, cuya fuerza en el mapa político del  país lo evidencia su mayoría en 28 provincias, debe recurrir a la movilización de su militancia, de su cuerpo electoral y de la sociedad, para ganar apoyo en su hasta ahora inevitable batalla legal contra la afrentosa alianza Vargas/gobierno, tejida desde hace mucho.

También para enfrentar los peligros de una dictadura de partido, que es lo que  esencialmente  han sido los gobiernos del PLD.

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