Facturas comerciales como deuda pública

Facturas comerciales como deuda pública

Los años pasan y la CDEEE sigue siendo el símbolo de la mala gestión estatal, la cuenta en rojo de resultado no se entera de la brusca caída del petróleo, y parece que se alejaron los cambios estructurales que se necesitan desde la generación a la distribución, para dejar atrás la euforia y presentar avances concretos. A las empresas generadoras de electricidad, que acomodaron su contabilidad para financiar facturas de consumo por un monto determinado, no les ha gustado el fuerte acelerador de la deuda. Desde hace días reclaman al gobierno que con bonos soberanos liquide el saldo pendiente, que de US$670 millones en enero, equivalentes a seis meses de consumo, pasó a US$850 millones a mediados de junio, lo que representa siete meses y medio de consumo.

La sugerencia tiene dos problemas. Primero, el gobierno estaría convirtiendo el pasivo comercial de una entidad gubernamental no financiera en deuda externa, aumentando el volumen de US$14,744.50 millones al 15 de marzo, elevando la razón deuda/PIB de 35.8% y posiblemente el interés promedio de la deuda de 5.3% a final de mayo. También sería mayor a lo presupuestado el déficit fiscal, si los bonos se colocaran a un interés superior al costo que cargan los generadores a la CDEEE, que se supone iguala el interés que pagan a los bancos, costo que el gobierno cubre a través del subsidio eléctrico.

Segundo, para la Dirección General de Crédito Público no es posible la conversión, porque las facturas atrasadas representan pasivos comerciales de corto plazo de la CDEEE. Se apoya en la guía del FMI, la cual establece que la deuda pública aumenta por dos conceptos, déficits fiscales y por obligaciones que asumen las instituciones financieras del Estado. Basado en el criterio para el gobierno los atrasos son problemas de gestión de la CDEEE, que debe resolverlos con ingresos presupuestados.

La solución es uno de los retos que enfrenta la entidad eléctrica, lo mismo sucede con el costo de la energía. Porque como dice el Foro Económico Mundial en The Global Energy Architecture Performance Index Report de 2014, de un ranking de 124 países ocupamos el segundo lugar en el mundo, tenemos la tarifa eléctrica más cara para la industria, superada solo por Italia. En 2014 la industria dominicana pagaba 21 centavos de dólar por el kilovatio, superado por los 28 centavos de dólar de la italiana.

Entonces a nadie debería extrañar que las exportaciones nacionales se redujeran de US$3,492.41 millones en 2012 a US$2,963.45 millones en 2014, y que declinaran 15.7% en el primer trimestre de 2015. Panorama que se agravó para la industria, desde enero enfrentan la competencia de bienes que ingresan libre de aranceles procedentes de los Estados Unidos, Costa Rica, Nicaragua y El Salvador, que tienen el kilovatio hora industrial mucho más bajos, en 7, 11, 16 y 17 centavos de dólar, respectivamente. Combinado con los altos precios de los combustibles, que superan el promedio de Centro América, y las altas tasas impositivas.

Los generadores insisten en que les paguen con bonos porque no quieren que les apliquen el cuento que se atribuye a Balaguer, que la deuda vieja no se paga y la nueva se deja poner vieja.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas