¡Facturas para Pedro Brand ya!

¡Facturas para Pedro Brand ya!

POR DOMINGO ABRÉU COLLADO
Con estupor recibió la ciudadanía la noticia de que los habitantes de Pedro Brand no solamente carecen del servicio de agua corriente desde hace unos cinco años, sino que además carecen del suministro de facturas, como declararon los propios pedrobrandenses.

Textualmente, ciudadanos de Pedro Brand declararon que «no recibimos agua, pero también dejaron de mandarnos las facturas», lo que constituye un doble abuso por parte de los responsables de la distribución del agua potable y de las facturas, estas últimas quizás no tan potables como el agua.

La gente del lugar ha tenido que recurrir a la lluvia para abastecerse de agua, lo que también tiene sus problemas, ya que el agua de lluvia no quita la jabonadura del baño. Es decir, luego de uno «enjabonarse» se hace difícil sacarse el jabón con el agua de lluvia, lo que obliga a la utilización de una mayor cantidad de agua.

Otro problema es que el agua de lluvia no quita la sed. Científicamente está demostrado que usted puede «jartarse» de agua lluvia y siempre sentirá la sed «como entre los huesos». Eso se debe a que el agua que nos llega regularmente por las tuberías, tomada desde los ríos, viene cargada con minerales que nutren nuestro organismo, satisfaciendo esa demanda de minerales que muchas veces confundimos con la sed de líquidos.

Pero otro problema con el agua de lluvia es que tampoco es tan buena para lavar y se descompone rápidamente, «se pudre» como dice la gente, si no se le trata equilibradamente con cloro. Pero si se le echa cloro de más y nos la bebemos lo más probable es que nos blanquee la vida. La cosa es que en Pedro Brand es «palo si boga y palo si no boga», aunque no haya agua en la que pueda bogar el dichoso palo.

Y para colmo -como dijimos al principio- ahora tampoco le envían las facturas por el servicio de agua a los habitantes de Pedro Brand.

Nos parece difícil que con tantos problemas en los distintos parajes y pueblos de la República Dominicana se puedan resolver todos los problemas que demanda la población. Pero por lo menos pueden resolverse uno a uno.

Por ejemplo, en Pedro Brand, si no pueden restablecerle el servicio de agua por ahora, por lo menos que les envíen las facturas, así estará resuelto uno de los problemas por los que protestan los pedrobrandenses (o será pedrobranderos) con toda razón.

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Se encarecerán los platos plásticos

Los precios en los paradores de las carreteras subirán porque se encarecerán los platos plásticos a consecuencia del alza en los precios del petróleo. Así es que cuando usted se detenga en una de esas carreteras de Dios, y se meta en una parador, no se asombre cuando vea que su comida chatarra preferida ya es más cara porque el plato le cuesta más.

Según los economistas y predictores de los vaivenes económicos, el petróleo estará subiendo hasta no se sabe donde. Por lo que es posible que de aquí a cierto tiempo los platos plásticos cuesten más que la comida.

Esta situación nos retrotrae… (¿o nos retrolleva?)… a una propuesta que hicimos hace algunos años en relación con el uso del plástico, principalmente para la fabricación de platos.

La propuesta de entonces era la fabricación de platos comestibles. Es decir, en vez de fabricar platos de vidrio o plástico, fabricarlos de casabe o de trigo, como una especie de galleta en forma de plato. Así uno se puede comer la comida con todo y plato. Se economiza el costo del plato (de cualquier otro material incomible), se economiza el fregado (si son platos de loza) y se reduce la producción de basura plástica, que tantos problemas nos crea en todo el mundo.

Pues ahí está la solución al encarecimiento de los platos y otros artículos de plástico contaminantes y prontamente caros.

Y como es posible que algunas personas se alarmen con esta propuesta, por el asunto de comerse la comida con todo y plato, les recuerdo que los helados en barquilla suelen comerse con todo y cucurucho. Y que aunque algunos saben a cartón, otros son bastante buenos de comer, cosa que no es posible hacer con el vasito de plástico ¿no?.

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Carreteras que perdieron la piel

Pocas cosas hay tan parecidas a una culebra como las carreteras. Largas, serpenteantes, silenciosas: negras a veces, grises otras, y, como culebras también, pierden la piel con su desarrollo… aunque más valiera decir con el subdesarrollo. Porque solamente en medio del subdesarrollo se puede concebir que una carretera, pavimentada porque necesitaba estarlo, fuera descuidada de tal modo que fuera perdiendo el pavimento como pierden las culebras la piel. Y no que la pierden, sino que según van creciendo, las culebras mudan la piel, que no crece con ellas. Pero ese no es el caso de las carreteras.

Ahora, ¿por qué razón pierden nuestras carreteras la «piel»? Primero que nada el descuido; segundo, la lluvia; tercero, el sol, porque así como las ven, las carreteras también sufren con el sol, pues se resblandece el R-2 (como creo que se le llama al petróleo para pavimento) y se escurre hacia las depresiones o las partes más bajas de las carreteras.

Eso, más los vehículos pesados, se llevan el pavimento, se esparce poco a poco, y al esparcirse la lluvia lo arrastra hacia cualquier lado, incluyendo los ríos y el mar.

Pero no fuera así si nuestras carreteras fueran construidas con el propósito de que permanecieran. Pero no, nuestras carreteras son construidas con el propósito especial de que abran luego nuevas oportunidades a los contratistas para rehacerlas. Por eso pierden la piel nuestras carreteras.

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El combustible y las placas

El Gobierno Central decidió establecer alternancia en el uso de los vehículos para economizar combustible. Para los miércoles y jueves los vehículos circularán según el número de placas, es decir, los miércoles circularán solamente aquellos vehículos cuyas placas sean de numer… ¿cómo?… ¡Ah que ya eso no va!… ¡Posición anterior entonces!… (¡Oye pero este es un país muy rápido!)

¡Bueno, vámonos con las armas entonces!. El Gobierno Central mostró preocupación por la exagerada proliferación de armas de fuego en manos de la población y ha sugerido que se establezcan medidas para regularlas. Entre las medidas a tomar está que la gente que tenga armas en sus vehículos las tenga en la guantera y con los tiros sueltos.

Imaginamos que esa medida tiene el propósito de que cuando un par de guapos se encuentren y por cualquier vaina quieran echar mano a sus armas, les tome tanto tiempo abrir la guantera, agarrar las armas, meter las balas en el cargador de las pistolas o el tambor de los revólveres y tenerlas a punto, que sea tiempo suficiente para que se les enfríen los ánimos o que intervengan los hijos, sus mujeres o alguna monja con espíritu mártir que aparezca por ahí, porque lo que es el resto de gente… esos prefieren tirarse la batalla y luego contarle los hechos a los periodistas.

Pero el gran problema de esas medidas contra las armas está en los motoristas. Porque ¿en qué guantera van a meter sus armas los motoristas?

Una alternativa es que las llevaran colgando del cuello, como un dije o una medalla de «cadenú». Pero ¿y los tiros? ¿dónde se los van a colgar?

Sinceramente, la mejor medida sería desarmar a todo el mundo -no regularlas, no que las tengan en casa- y vendérselas a los palestinos, a los Al-Qaeda o a los árabes por allá, en Petroleolandia.

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