Hace tiempo que el cáncer de las informaciones falsas o “fake news” azota el mundo con consecuencias negativas. Pero es ahora, cuando para República Dominicana representa mayor peligro debido al contexto complejo de combinación de una crisis político electoral, tras la suspensión de las elecciones municipales del 16 de febrero, y la llegada del coronavirus.
Un ejemplo icónico de “fake news” es el “Pizzagate” que conllevó un hombre disparara en una pizzería convencido era sede de una red de prostitución infantil ligada a Hillary Clinton, candidata presidencial demócrata.
En el plano local, sobre el Covid-19, circuló un video de un hombre en un hospital, transportado en silla de ruedas por médicos con mascarillas, mientras reporteros lo perseguían. De inmediato, en redes sociales afirmaron este era el primer caso de coronavirus en República Dominicana y ese hospital era el Ramón de Lara. La verdad es que era Honduras.
Sobre las suspendidas elecciones, se informó el lunes 17 era feriado. Se difundió el video en llamas de un peaje en Honduras diciendo que era el peaje de Samaná. Se hizo viral en WhatsApp una alerta roja de un caos a las 5:00 PM y abundaron videos de muertes, trifulcas y hackeos.
En fin, como leí en El Mitin: Se construyó una narrativa paralela a través de las Redes Sociales que sumada a la incertidumbre jugaba con nuestras emociones y contribuía a la ya histórica predisposición a un fraude electoral, y a la desconfianza en las instituciones y actores políticos.
En contextos informativos altamente demandantes, estas informaciones falsas hallan caldos de cultivos y afectan el clímax informativo, llenándolo de ansiedad, preocupación y mucha desinformación.
Además, salen a relucir personas aprovechadas, que manipulan la realidad en afán de notoriedad, de buscar sonido.
Ellas solas no pueden viralizar las falsesades, necesitan que las demás compartan, pero un estudio del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) reveló las “fakesnews” se propagan con mayor rapidez que las verdaderas y hay un 70% más de posibilidades de compartirlas.
Por eso, combatir este cáncer amerita confirmar las informaciones antes de compartirlas. Esto pasa por un análisis crítico donde se evalúe si la información es lógica, si la fuente es confiable, si hay medios y fuentes oficiales que lo hayan publicado, si hay otros testigos o testimonios, ect.
Además, las autoridades deben aprender a mantener flujos informativos más dinámicos porque la ausencia de la información favorece la desinformación.
Las “fakesnews” son un peligro es grave para la democracia y el periodismo profesional porque amenaza un derecho fundamental: el derecho a la información, imprescindible para tomar decisiones correctas en el orden político, económico y social. Urge entonces hacer lo necesario para evitar que se propaguen.