Charlie Watts, el discreto e incólume baterista de los Rolling Stones que ayudó a cimentar una de las secciones rítmicas más grandes del rock y usó su “trabajo cotidiano” para apoyar su eterno amor por el jazz, falleció, dijo su publicista. Tenía 80 años.
Bernard Doherty informó el martes que Watts “murió pacíficamente en un hospital de Londres, horas antes, rodeado por su familia”.
“Charlie era un esposo, padre y abuelo adorado y también miembro de los Rolling Stones, uno de los más grandes bateristas de su generación”, dijo Doherty.
Watts había anunciado que no saldría de gira con los Stones en 2021 por un problema de salud no especificado.
El tranquilo y elegante Watts solía ser calificado, junto con Keith Moon, Ginger Baker y otros pocos artistas, como uno de los bateristas de rock más importantes. Fue respetado a nivel mundial por su estilo poderoso y jovial, mientras la banda evolucionaba de sus orígenes desaliñados hasta convertirse en luminaria internacional. Se unió a los Stones a comienzos de 1963 y permaneció con la banda por 60 años. Era, después de Mick Jagger y Keith Richards, el miembro más antiguo y esencial del grupo.
Los Stones comenzaron, de acuerdo con Watts, “como tipos blancos de Inglaterra tocando música estadounidense negra”, pero rápidamente evolucionaron hasta tener su propio sonido distintivo. Watts fue baterista de jazz en sus primeros años y nunca perdió su amor por ese género, encabezando su propia banda de jazz y haciendo numerosos proyectos alternos.
Canciones clásicas de los Stones como “Brown Sugar” y “Start Me Up” solían comenzar con un acorde duro de guitarra de Richards, Watts siguiéndolo de cerca y Wyman, como solía decir el bajista, “aplastando el sonido”. La velocidad y poder de Watts, así como su compás, quedaron en manifiesto en el documental de concierto “Shine a Light” cuando el director Martin Scorsese filmó “Jumpin’ Jack Flash” desde donde tocaba en el fondo del escenario.