POR UBALDO GUZMÁN Y LEONORA RAMÍREZ S.
Por mucho tiempo estuvo en la sala de redacción de HOY la máquina de escribir Olimpia, con la que Augusto Obando daba riendas sueltas a su imaginación para enriquecer con fino estilo reportajes y entrevistas, o para fijar posiciones como editorialista.
Ayer, a los 64 años, falleció a causa de problemas de salud. La noticia entristeció a sus cercanos amigos, y a quienes sólo pudieron conocerlo a través de su anecdotario particular que ahora queda guardado en una caja de recuerdos póstumos.
El Príncipe, como se hacía llamar, residía en el país desde finales de 1960; era oriundo de Pereyra, Colombia, donde nació el primero de enero de 1943.
Hoy a las 11:00 de la mañana, en el cementerio Cristo Redentor, serán sepultados sus restos en una tierra que convirtió en suya.
Este es mi país porque aquí están mis hijos, aquí es donde está mi esposa muerta, aquí me voy a morir y aquí me van a enterrar dijo en 1998 en una entrevista publicada en este diario.
Obando procreó con Hortensia Prestol, también fallecida, a Freddy, Roberto y Diana Patricia Obando Prestol.
Roberto Obando Prestol es el director del Instituto Nacional de Administración Pública (INAP).
El periodista, de sólida formación intelectual, laboró durante 10 años en el Listín Diario, y trabajó además en el desaparecido vespertino Ultima Hora, y en el matutino La Información, de Santiago.
Al periódico HOY ingresó el primero de agosto de 1981 y trabajó hasta el 27 de marzo de 2001.
UNA CONVERSACIÓN CASI PÓSTUMA
El 6 de agosto del 2000 (en una entrevista no publicada que concedió a Guzmán Molina) Obando recorrió los caminos de la infancia, de sus inicios en el periodismo dominicano, y de su pasión por la lectura.
Durante esa conversación, que transcurrió en una calle cualquiera porque el príncipe no era un hombre de formalidades, relató que llegó al país porque quería conocer otras naciones y ver cómo era el sol bajo otros cielos.
«Desde pequeño yo leía mucho y me llamaban la atención otros países, las costumbres y las gentes. Y un día decidí que debería salir por allá y me gustó mucho este país».
Antes de dejar su tierra para siempre, Obando estuvo en el Ejército durante tres años, fue empleado de un banco y escribía en los tiempos libres en un periódico de su natal Pereyra.
En 1967, cuando llegó a la República Dominicana, no se le hizo difícil conseguir empleo porque tenía habilidades para la escritura.
Como autodidacta era dueño de una estilo claro, usando a menudo, como telón de fondo, referencias históricas que daban profundidad a sus artículos y reportajes, o a sus análisis políticos.
EN EL PERIODISMO DOMINICANO
De la manera más casual Obando consiguió empleo en La Información.
Un amigo suyo lo invitó a Santiago, donde se le ocurrió escribir un artículo y luego de publicarlo lo contrataron como reportero.
Posteriormente, Rafael Herrera, director del Listín Diario, le ofreció empleo, y tras la apertura de Ultima Hora laboró también en ese periódico.
En HOY se desempeñó como editorialista, corrector, escribía las columnas ¿Por Qué? y Tierra Nuestra, así como La entrevista indiscreta, una página dedicada a entrevistas con importantes personalidades locales.
Yo lo que soy es periodista
Por encima de todo El príncipe se definió como periodista.
«Yo me siento satisfecho cuando veo un página bien diagramada, cuando un editorial resuena y el presidente o un ministro toman una decisión, o cuando por un artículo ponen un semáforo en una esquina.
Obando nunca quiso escribir un ensayo o su autobiografía.
Tengo reportajes buenos, columnas buenas y crónicas buenas que resisten empastelarlos en un libro, y sería un testimonio del paso de uno por la vida y de su profesión».
No se sabe si completó tal intención, lo cierto e inevitable es que a partir de ahora sus restos descansarán en el lugar donde quiso morir.
Pero sus entrañables compañeros de alegrías y tristezas, amigos pese a sus imperfecciones, no sepultarán su sonrisa, ni esas maneras obandinas de quererse así mismo, de reírse del mundo y de amar esta patria chica.
Sus compañeros
Augusto Obando fue un periodista excepcional. Cultivó con elegancia e inteligencia el reportaje, la entrevista, el editorial, el artículo de opinión y la nota política.
Su contribución al periodismo dominicano fue de las más sobresalientes en los últimos 35 años, Bienvenido Alvarez Vega, director ejecutivo de HOY.
Como periodista habrá que definirlo como acucioso, preparado e inteligente, y en lo personal un hombre alegre, compasivo y bondadoso.
De su sensibilidad humana soy testigo porque en innumeras ocasiones lo vi desbordarse desde la alegría hasta el llanto; su gran tesoro eran sus hijos, de quienes siempre hablaba con orgullo, Pedro Germosén.
Obando fue una persona de sentimientos puros, acostumbraba a reconocer el trabajo de sus colegas, era una fuente a la que había que consultar, e irradiaba mucha alegría en la redacción, Fior Gil.
En la amistad fue un amigo inigualable, humano, desinteresado y afectuoso, y en lo profesional, en mis 30 años de ejercicio no había tratado a un colega con tanta capacidad para escribir, Radhamés González.