Fallo desquiciador

Fallo desquiciador

No he prestado gran atención a los muchos arrebatos de Rafael Correa. Después de todo, él se ha permitido desdibujar no solamente su figura, sino su gobierno. En una época de regímenes democráticos, él decidió levantar un gobierno de fuerza. (No digo una dictadura, pues tal fue el vocablo que llevó a un tribunal de Guayaquil a condenar al periódico “El Universo” por difamación e injuria). Aunque lo parezca y actúe como tal, Correa rechaza que tenga ribetes dictatoriales.

Por supuesto, tampoco dimos seguimiento a ese periódico y menos aún, a sus publicaciones. Correa, en cambio, no les perdió ni pie ni pisada. Con el fallo que condena a Emilio Palacio y a los hermanos Carlos, Nicolás y César Pérez,  Correa le pisa los talones. La condena, que incluye una elevadísima indemnización y tres años de prisión a cumplir por los periodistas, se clausura el diario. Porque el fallo no declara el cierre, pero, como lo proclamaron los condenados, por vía indirecta Correa consigue la liquidación del diario.

La publicación es el de mayor circulación en Ecuador. Si en el tribunal de segunda instancia al que acudirá el periódico no se logra la revocación de este fallo, la liquidación del diario es inevitable. Correa consolidará su poder. Pero Ecuador habrá perdido un medio de comunicación social que ha podido ser contrapeso del poder. Quizá debido a ello, el mandatario ecuatoriano proclamó que la decisión judicial es un “hito histórico” ¡Sin duda alguna!

La historicidad comienza con el amordazamiento de todos los medios ecuatorianos de comunicación social. Después de una condena como ésa, ¿quién se atreve, no ya a decirle dictador, sino a cuestionar disposiciones gubernativas de un régimen tal? Cárcel e indemnizaciones son palabras mayores, que arredran e intimidan a cualquiera.

Los hermanos Castro Ruz, de Cuba, fueron el fruto de la corrupción política cubana. Hugo Chávez  resultó de la desesperanza y frustración de los venezolanos, al contemplar una nación rica que a ojos vista empobrecía a cambio de la opulencia de los políticos. Correa no fue menos. Juntos por estos días, éstos, Correa y Hugo Chávez, son un espejo. El cuarteto debía obligar a la caterva de políticos corruptos que se gastan nuestros países, a pensar en el legado que dejan a sus pueblos.

Porque aún sin prestar mayor atención a Correa, su hito histórico debe ponernos a pensar a todos.

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