Falsarius Chef, el rey de la cocina impostora, admira a Ferrán Adriá

Falsarius Chef, el rey de la cocina impostora, admira a Ferrán Adriá

EFE. Reportaje. Desde que Falsarius hiciera pública la cocina impostora ha trabajado, con muy buenas experiencias hasta el momento, en diversos medios: protagoniza una sección en la emisora de radio español Cadena Ser, ha trabajado en un canal de televisión, ha publicado recetas en el diario “El País”… aún sorprendido de la gran acogida que ha tenido, afirma que han sido experiencias que le han permitido profundizar en su cocina tramposa, pues como él mismo señala: “cuanto más trabajas en una cosa, más descubres de ella”.

Su segundo libro promete consagrar el éxito que consiguió con el primero “Cocina para impostores” que ya va por la sexta edición.

-¿Cómo son sus libros?

-A mí los libros de cocina me han parecido siempre un latazo, llenos de cifras de medidas, de nombres raros… así que dije: ya esta bien, vamos a hacer un libro de cocina divertido.

– ¿Recuerda alguna anécdota con sus lectores?

-En la feria del libro el año pasado en Madrid (España), vino un chaval de diez años a quien le encantaba la cocina, y trajo a sus padres empeñado en comprarles el libro. Estuvimos charlando un rato porque le encantaba la cocina impostora. Me acuerdo también de un señor, que debía tener 70 años, que era uno de esos locos navegantes solitarios que van con su barco y se pierden un año. Me  decía que le parecía maravilloso para llevarlo en su barco. Me he encontrado en diversas ocasiones con el público más variopinto e insospechado.

-¿A quién quiere llegar con esta cocina?

-Es una cocina que le viene bien a todo el mundo, especialmente a la gente que vive sola. Yo trabajo en pequeñas cantidades. Normalmente en los libros de recetas aparecen ingredientes para 6 u 8 personas. Puedes hacer un guiso rico, que normalmente es un latazo, pero si hacías unas lentejas, te pasabas un mes comiéndolas hasta que las aborrecías, incluso  acababas dándoselas al perro… .

También creo que le interesa a los estudiantes y a las amas de casa, aburridas de pasar horas en la cocina para que luego llegue la familia y se lo zampe todo en diez minutos y salgan pitando sin dar las gracias… Me viene mucha gente que nunca se ha animado a cocinar, que creían que era algo para expertos, algo muy complicado… y que con mis libros y mi blog han descubierto que se pueden hacer cosas muy luciditas, de una forma muy sencilla y que quedan muy ricas.

Recetas

Pincho de merluza jamona.  “Monumento” le gritan desde los andamios al verla pasar por la calle. Nuestra merluza es así, pinturera, de rompe y rasga, pez (o peza) bandera donde las haya. Da gusto verla. Basta ya de merluzas hervidas y escuálidas, pálidas de régimen, sin más compañía que la de una triste patatilla hervida al lado.

Se acabaron las miserias. A tomar por saco la dieta. Quiero comer y que me cunda, quiero zamparme un plato calentito y suculento, sin que me den envidia los de los demás. Y así puestos, descongelo unos lomos de merluza, trinco unas lonchas de jamón y un tomatillo, y en diez minutos está listo el homenaje. No hay más que hablar. Me amancebo con la merluza. Gordo seré, sí. Mas gordo enamorado.

Ingredientes:  1 paquete de lomos de merluza congelada, unas lonchas de jamón, 1 tomate, aceite de oliva virgen extra, romero, sal y pimienta.

Preparación:  se descongelan los lomos de merluza (mejor en la nevera de un día para otro). Se deja calentar el horno a 190 grados. En una fuente que aguante el calor se ponen los lomos de merluza con un poco de sal y pimienta. Cortamos el tomate en rodajas y colocamos una sobre cada lomo. Doblamos una loncha de jamón y la ensartamos en un palillo, clavándolo luego sobre el tomate, en el pez. Un hilillo de aceite por encima, espolvoreamos con abundante romero y al horno.

Deberán permanecer ahí por espacio de 10 minutos. A triunfar.

Pura farsa

Para comer bien no hace falta mucho tiempo, ni productos caros, ni saber cocinar. Ni siquiera nitrógeno líquido, aunque pueda parecer mentira. Y no sólo se puede comer bien sino que, además, se puede quedar como un príncipe ante las visitas, recurriendo a algo tan sencillo como la impostura. Engañar, eso es lo que aquí pretendemos. Engañar a la vista, al olfato, al gusto y hasta al bolsillo.

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