Falsificaciones: Otra cara de la delincuencia

Falsificaciones: Otra cara de la delincuencia

Sustentada en la cultura de la simulación y el engaño, la conducta delictiva se robustece, conforma un comercio ilícito que soterradamente o a la luz del día mercadea los frutos de la falsía.

Convierte al país en activo taller de falsificaciones, donde se adultera, imita y reproduce fraudulentamente cuanto quieras: libros, medicamentos, una obra de arte o un título de propiedad, hasta documentos que avalan la evasión tributaria y las declaraciones juradas de bienes.

La industria de las falsificaciones, resguardada por complicidades políticas, militares y policiales, genera un dinero sucio que, como el del narcotráfico, se infiltra en la economía formal, con la que coexiste, retroalimentándose.

Nutre la banca, dinamiza el comercio y las construcciones.

Los productos falsificados, de factura local o los extranjeros que nos invaden masivamente en incesante contrabando, son parte del mundo delictivo de saco y corbata y del que germina en la marginalidad. Un mundo ilícito de vieja data que se renueva y expande con la revolución científico tecnológica, expresándose en nuevas modalidades de la criminalidad.

Inseguridad. El crimen tiene múltiples rostros, facetas insospechadas. La indefensión no solo deja a la ciudadanía al tris de un tiro, de un atraco. Con medicamentos falsos degradan tu salud, te arrebatan la vida. Un clic y te dejan en bancarrota.

Navegantes anónimos invaden tu privacidad, hackean tu cuenta y husmean en tus finanzas, en tus más recónditos secretos.

Los cerrojos perdieron validez. De poco o nada valen cadenas y candados, pones barrotes de hierro en la casa, cercas la finca, pero título en mano aparece un “nuevo propietario”.

Basta una firma falsificada y un cheque a tu nombre te desbanca, desfonda tus ahorros.

No solo peligran los bienes materiales. Con documentos falsos roban tu identidad, en algún sitio alguien se ha convertido en ti, firma por ti, usa tu tarjeta de crédito y tu pasaporte con la foto del nuevo portador.

Cambian de identidad para obtener visas, créditos bancarios, cruzar fronteras, burlar la justicia, escapar de prisiones, fugarse del país o hacia el país.

El crimen organizado, que se mueve entre la micro y macro delincuencia, tiene en la falsificación de bienes y documentos un auge extraordinario. Flagela a la sociedad, causa graves daños a individuos y empresas, a entidades financieras y comerciales, al Estado con los fraudes contra el fisco y la quiebra de empresas.

Violan la propiedad intelectual e industrial, los derechos de autor y de marcas mediante la falsificación o copia sin licencia de innumerables productos para venderlos como originales.

Alta tecnología. Los delitos evolucionan. La globalización de los mercados propicia la internacionalización de la criminalidad, innovada con la piratería cibernética.

Con la sofisticación tecnológica, que facilita el robo por Internet, los ciberdelincuentes adquieren recursos ilimitados, que nos hacen vulnerables a algún tipo de estafas, a fraudes en el comercio electrónico.

La red abre nuevos campos a la comercialización. Los distribuidores mundialmente reconocidos están en la web, pero hay que estar alertas para no caer en trampas con falsificaciones.

Intocables. En estas acciones delictivas participan individuos por cuenta propia o mafias de múltiples tentáculos.

Las integran personas de distintas nacionalidades, entre ellas dominicanos. Hombres y mujeres de diferente estatus social, económico y profesional, atraídos por el dinero rápido que generan las falsificaciones.

Operan impunemente o sin grandes sanciones legales. Tras bastidores hay gente pudiente, con posibilidad de adquirir tecnología de última generación, comprar conciencias y ganar complicidad e impunidad.

Los financistas de esta lucrativa industria del crimen organizado son intocables, como los profesionales o dueños de empresas de servicios contratados.

Muy pocos falsificadores guardan prisión, en su mayoría están excarcelados, ingeniándose nuevas formas de timar a los incautos.

En un hecho recurrente, los implicados son puestos en libertad tras ser condenados, una y otra vez, como si nada hicieran.

Una constante es que al ser detenidos se determina que con anterioridad habían sido sometidos a la justicia varias veces por el mismo delito.

Secunda esta actividad ilegal la permisividad oficial con el comercio callejero, principal distribuidor de las falsificaciones, dada la confabulación de autoridades con este negocio ilícito y la pretensión de absorber mano de obra desempleada.

Generalmente tras alguna denuncia de sectores productivos o comerciales afectados, los organismos encargados de enfrentar el delito realizan operativos, se incautan equipos de producción y bienes falsos. Detienen uno o dos falsificadores, pero de toda la cadena organizacional suelen caer los que venden los artículos en la calle.

Producción incesante. Siempre activos, en ciudades o en zonas rurales del país operan laboratorios donde clandestinamente o con visos de legalidad fabrican productos farmacéuticos falsos.

Proliferan talleres donde plagian pinturas, clonan tarjetas de crédito, copian libros, programas computacionales: películas, juegos electrónicos y música. Adulteran alimentos, ron, whisky y otras bebidas.

Falsifican firmas, cheques, monedas, billetes a los que mutilan o extraen elementos seguridad, documentos de identificación personal, actas de nacimiento y pasaportes. Reproducen cualquier documento original, público o privado, licencias de conducir, matrículas, cambian chasis y kilometraje de vehículos de motor.

Copian etiquetas, logos de instituciones, carnés para porte de armas de fuego o a fin de adjudicarse rangos militares.

Dentro del vasto espectro fraudulento, activan celulares en forma irregular, con tres y hasta cinco nombres distintos, una práctica que propicia el robo de teléfonos móviles y otros delitos.

Pirateados. Además de los falsificados en el país, los contrabandistas invaden el comercio con una lluvia de productos ilegalmente reproducidos a nivel industrial, a los que colocan etiquetas de reconocidas marcas comerciales.

Artículos diversos: ropa, zapatos, carteras, perfumes, cosméticos, relojes, jeans, juguetes, todo tipo de productos pirateados, ¡falsos!, imitaciones burdas o de apariencia tan similar a los auténticos que no son fácilmente diferenciables.

A unos ojos expertos aparece la falsía. Otros caen la trampa, pero muchos los adquieren como opción por el alto precio de los originales o pretendiendo aparentar que usan artículos de marca.

Su comercialización persiste acrecentada, abonada por la tolerancia oficial y la indiferencia de una sociedad atrapada en la simulación y el engaño.

Sistema económico formal y delictual: dos caras sucias en la misma moneda

Paralelamente al sistema económico legal existe otro sistema económico delictual, al que nutre y del que a su vez se alimenta: el mundo ilícito de las falsificaciones, del narcotráfico, juegos ilegales y tráfico humano, entre múltiples delitos.

El mundo de delincuentes muy bien trajeados o en chancletas, que no sienten culpabilidad al percibir que en el sistema formal imperan la corrupción, la ilegalidad y la impunidad, al constatar que en las reglas de juego rige la trampa.

En algunos aspectos ambos sistemas tienen puntos comunes, coinciden en el uso de prebendas y de chantajes, comisiones y contratos con cifras adulteradas, contrabando, fraude eléctrico, doble contabilidad y falseamiento de datos económicos.

Como el formal, el sistema ilícito de las falsificaciones que opera a nivel industrial posee una organización y jerarquización estructural, requiere de capitales, tecnología, personal. Hay inversionistas, profesionales y distribuidores, ocupando el último eslabón los vendedores ambulantes, con una actividad muy rentable para los integrantes del plano económico superior.

Aunque hay falsificadores individuales, la tendencia es hacia la formación de empresas, con poder adquisitivo para comprar los medios tecnológicos que precisen. Los que funcionan a gran escala disponen de infraestructura, una fábrica o laboratorio de reproducción o de impresión, locales de distribución y puestos de venta. Entre los grandes representantes de artículos ilegalmente reproducidos, las falsificaciones ganan calidad con escáneres de alta resolución que retocan, adaptan o transforma la imagen, mejorando la imitación de un producto.

Se proveen de impresoras digitales, de inyección de tintas, láser y termográficas, photoshop y programas computacionales para diseño, transformación de formatos de películas y electrónica aplicada al sonido. En otros casos, contratan los servicios de empresas para escanear, fotocopiar o imprimir, así como técnicos en diferentes áreas: diseñadores gráficos, fotomecánicos, prensistas, serigrafistas, expertos en computación y electrónica, contadores, asesoría jurídica, sonidistas.

La informática aporta gran capacidad de almacenaje, novedosas formas de distribución, con páginas en la red para la promoción y venta de sus productos falsos.

LAS CLAVES

1. Dinero sucio
El dinero sucio que contamina la economía dominicana no procede únicamente del narcotráfico o de juegos ilegales, llega a raudales con las falsificaciones. El lavado de activos, esencial en cualquier delito generador de ganancias, transforma insumos fraudulentos en riqueza de apariencia legítima, hace que los frutos de la falsificación y otras acciones ilícitas parezcan derivar del trabajo honrado, convirtiéndolos en cuentas bancarias, inmuebles, en bienes millonarios.

2. Protección, impunidad
Además de disfrutar el dinero que sus delitos generan, de poder disfrazar sus vidas ocultando el origen de sus bienes, los falsificadores y otros delincuentes utilizan los activos blanqueados para ampliar sus acciones delictivas, incrementar su riqueza y poder, corromper autoridades políticas y policiales y para garantizar su protección personal y de sus operaciones.

3. Rentabilidad
Sin blanqueo, el delito no es rentable. El lavado de dinero existe porque hay corrupción, fraudes, falsificaciones, narcotráfico, estafas al fisco, especulación ilegal, tráfico humano. Existen métodos de blanqueo muy sofisticados, con redes complejas de empresas ficticias en varias jurisdicciones para encubrir al verdadero dueño y controlador de activos ilegales.

4. Interconexión
Con la globalización, el sistema financiero mundial está cada vez más interconectado, permite transferir dinero entre decenas de jurisdicciones en minutos. Pero, a la par con las ventajas llegan los riesgos. Los blanqueadores explotan esa interconexión, así como las diferencias entre los sistemas y leyes antilavado de distintos países. Se enfocan, sobre todo, en jurisdicciones con controles deficientes o ineficaces donde transfieren dinero sucio y donde más fácilmente puedan crear sociedades sin ser detectados.

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