Falsos y verdaderos diseñadores gráficos

Falsos y verdaderos diseñadores gráficos

Anteriormente habíamos dicho que el personal del departamento de arte de una publicitaria de principio de los años 60 hasta los 80 era reclutado de los artistas plásticos por lo reciente que era esta profesión en República Domincana y de ellos emergían los mejores creativos como directores de arte, categoría de mucho prestigio porque podían accesar a las discusiones más profundas y complejas de una campaña en las agencias.

Estos jóvenes generalmente abandonaban la disciplina y perseverancia que le inculcaban en las escuelas de artes por la exigencia de tiempo y esfuerzo en sus trabajos publicitarios. Para esa época no se desconectaban totalmente de los hábitos adquiridos en la academia o la práctica porque en las agencias se trabajaba con muchas técnicas de iustración y usaban casi los mismos materiales.

Se convertían en diseñdores gráficos con dominio del color y su aplicación en nuevas tecnologías; usaban los principios de equilibrio y armonía artística que demandaban las marcas y las instituciones clientes de las publicitarias.

Con el salto tecnológico hacia los programas de diseño y la proliferación de las computadoras muchos de estos brillantes publicistas se quedaron en los pinceles y herramientas antiguas y fueron desplazados por los emergentes creativos que empezaron a adaptarse a las exigencias tecnológicas, que inicialmente era de dominio exclusivo de programadores o habilidosos Apunchadores@.

LOS AENGANCHADOS@

Desde sus inicios las pubicitarias se convirtieron en centros elitistas donde todo estudiante de arte o publicidad soñaba con penetrar aunque fuera como mensajero para obetener el conocimiento práctico de una profesión que distancia demasiado a los estudiantes de los expertos. Pero la proliferacion de las computadoras y de los programas de diagramación y diseño han abierto una brecha a todo el que tiene interés en practicar el diseño gráfico.

Este fenómeno abarató dramáticamente el costo de artes, que antes había que pagar a los escasos diseñadores, dependiendo de su cotización en el mercado. Pero además ha permitido que mucha gente minimice la importancia del diseño a tal punto que hoy tenemos empresas que trabajan con improvisados técnicos que sólo tienen como experiencia el dominio de determinados programas.

Han sido muchos los que se han metido a diseñadores después de haber conocido el Photoshop, el Free hand o el Corel Draw. Algo parecido pasa con las secretarias que manejan el paquete Microsoft y no pueden hacer una carta de un párrafo sin la ayuda de los programas.

Algo muy interesante que ocurre con la explosión tecnológica en un país de tan poca planificación académica con relación al desarrollo empresarial es que una gran cantidad de muchachos con vocación para ser excelentes diseñadores entran de golpe al manejo de programas sin tener un mínimo conocimiento del manejo del dibujo elemental ni de los códigos del color. Entonces tenemos artistas que no pueden hacer un boceto a lápiz o predecir cómo quedará una mezcla de colores digitales porque no están formados para concebirla.

Se acostumbran a pensarlo todo con la asistencia de la internet y desarrollan una cultura profesional distorsionada que se comprueba cuando sus errores causan grandes pérdidas a las empresas al momento de tomar decisiones que comprometan inversiones considerables.

Pero no todo es malo en este proceso, porque del enjambre de diseñadores que atraen las facilidades tecnológicas de este tiempo muchos se dirigen al amplio mundo de la red internet, que se expande demandando expertos diseñadores de web. Aquí entra en juego una gran oferta de nuevos programas para este dinámico medio interactivo.

LOS VIEJOS RENOVADOS

Los diseñadores que han sobrevivido al estallido de la era de la globalización y la tecnología han sido aquellos capaces de renovarse en la técnica y el conocimiento, convirtiéndose en atractivo recurso humano para las agencias que, a pesar de su imagen de paraíso de la creatividad, siguen siendo negocios para generar ganancias y no invierten un centavo en individuos que no vendan campañas o no sepan lo que cuesta un error en un arte para reproducir a un alto costo.

Son costosos porque son maestros formados en la escuela práctica y muchos de ellos no se duermen en la actualización para no ser desplazados por los emergentes jóvenes que salen de las universidades, de las escuelas de diseño o de un cuarto donde amanecen Afiebrando@

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