Falta autoridad

Falta autoridad

BONAPARTE GAUTREAUX PIÑEYRO
Nuestro principal problema es la falta de autoridad. Con tanto representante de la caverna en todos los niveles de la sociedad, muchos cultores de la violencia entienden que autoridad es sinónimo de arbitrariedad. Hay que construir un país donde la autoridad se imponga de manera civilizada, es decir, que respete y haga respetar la Constitución y las leyes. Si la autoridad da el ejemplo será menos difícil lograr que la sociedad respete la Constitución y las leyes.

Actualmente muchos malos ejemplos son modelos que siguen una y otra vez personas que actúan a sabiendas de que «tanto tienes, tanto vales», sin que ninguna autoridad investigue, en un ambiente de total impunidad.

Mucha gente entiende, y aparentemente acepta, que quien ocupa una posición en el gobierno debe aprovecharla para obtener bienes de fortuna, so pena de ser tildado de pendejo.

En un evento mundial celebrado en el siglo XIX gente de todo el mundo concursó para determinar los nacionales de cuáles países eran capaces de conocer un ciego dormido y a un cojo sentado: ganó el dominicano.

¿Y usted es capaz de decir que no sabe en qué gobierno trabajó su vecino, ese recién llegado a la papa, que ahora estrena casa o apartamento, que nunca tuvo, automóvil de lujo, que nunca tuvo, viajes al extranjero, que nunca realizó, fincas, casa de veraneo y cuentas bancarias, aunque sea a nombre de un tío que todo el mundo sabe que es un desarrapado?

Entonces, ahí sí cabe aquella reflexión de Rafael Herrera: aquí todos somos culpables.

Somos culpables porque sabemos que no hay autoridad, pero aparentamos que existe; sabemos que no hay justicia pero nos vanagloriamos de la Suprema Corte; olvidamos protestar cuando nos vulneran la soberanía, es cómodo decir que es un concepto que no cabe en un mundo globalizado.

Nunca me ilusioné con el sistema democrático: sé que la democracia es el sistema de la eterna lucha por el respeto a los derechos de todos; sé que la democracia se construye segundo a segundo, minuto a minuto, hora tras hora, día tras día, que es una lucha en la que debe estar involucrada la mayoría de la nación, por lo cual se requiere de educación permanente para la democracia, desde el hogar, hasta la Presidencia de la República.

No es cuestión de lamentarse y decir que los partidos no funcionan y que la democracia está cansada. Eso lo sostienen quienes quieren el ejercicio de la arbitrariedad, antes que el ejercicio de la autoridad ajustado a lo establecido en el Estado de derecho.

Si hay gente en los partidos que no merece ser dirigente, que la democracia interna los eche a un lado, pero no se debe culpar el sistema de los tropiezos de nuestra democracia, es la gente.

Sea como sea, subiendo la loma, con dificultades, si miramos hacia atrás, vivimos mejor que nunca, a pesar de los malos gobiernos que hemos padecido.

¡Adelante y valor! Podemos, entre todos.

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