Amenazada por hombres armados que tomaron el control de una parte se su propiedad, la familia Benoit apela a la justicia frente al despojo de sus tierras, un fenómeno recurrente en Haití donde la ausencia de un catastro puede afectar toda inversión económica.
Tres generaciones viven sobre las casas construidas en el terreno que pertenece a esta familia desde hace más de un siglo. Al ser alcanzada por el crecimiento urbano de la capital, la tranquilidad de los Benoit ahora solo es un recuerdo. Las personas que se han apropiado de sus terrenos «se hacen acompañar de funcionarios de gobierno en coches oficiales, con vehículos de la policía, de las armas de la policía y están actualmente en el terreno, desforestando y robando todo lo que uno tiene», dijo a la AFP, Jean-Paul Benoit.
«Hemos apelado a todas las instancias concernientes: el ministerio de Justicia, la fiscalía de Puerto Príncipe, la dirección general de la policía, la inspección general de la policía, al primer ministro, y al propio presidente. Hasta ahora, no tenemos respuesta», lamentó. En un país donde la justicia esta gangrenada por la corrupción, la impunidad frente a los robos de tierras no asombra a nadie y la ley del silencio prevalece. «Sabemos claramente quién es esta gente. Es un secreto a voces: todo el mundo los conoce», asegura Michele Oriol, socióloga especializada en las asuntos territoriales, evitando identificar a nadie. En las redes sociales, en medios y en la calle, los parlamentarios son regularmente asociados con estos robos. Lo que aumenta la desconfianza de los ciudadanos hacia la clase política.