Falta de claridad de OPEP sobre su estrategia será perjudicial

Falta de claridad de OPEP sobre su estrategia será perjudicial

Los ministros de la OPEP fracasaron en su intento de convencer al mercado de que tienen un plan cuando acordaron prorrogar las reducciones de producción otros nueve meses. La prórroga no fue el problema: lo fue la falta de claridad sobre lo que vendrá después.

Para cuando los funcionarios se habían retirado a sus hoteles de Viena el jueves o habían huido al aeropuerto, el precio del crudo había caído 4%.

La extensión del plazo supuestamente iba a mostrar un grado de cooperación sin precedentes entre la Organización de Países Exportadores de Petróleo y un grupo de productores no pertenecientes al grupo. Tenía como propósito demostrar el compromiso de hacer todo lo que fuera necesario para reducir las existencias hasta el nivel quinquenal promedio.
Pero como señalé la semana pasada, fue una pálida imitación de anteriores intervenciones. El punto débil del acuerdo resultó ser lo que le faltaba, no lo que contenía.

No hubo claridad respecto de cómo podría terminar el proceso de recuperación del equilibrio del mercado. ¿Qué pasará cuando las existencias vuelvan al nivel en que las quiere la OPEP? Según el ministro de Energía saudita Khalid Al-Falih, eso ocurrirá a fin de año.
Pero era evidente que no usaba el análisis de mercado de la OPEP para hacer ese pronóstico, porque el grupo es mucho menos optimista que la Agencia Internacional de la Energía (IEA por su sigla en inglés) con respecto a la reducción de las reservas en el segundo semestre, teniendo en cuenta los niveles actuales de producción.

El temor que es que el grupo vuelva a la producción a voluntad que vimos entre noviembre de 2014 y comienzos de este año, lo que dispararía otra ronda de acumulación de existencias excesivas y otro derrumbe de los precios.
No da respuesta. La OPEP no dio respuesta a esas preocupaciones con convicción.

Es una lástima, porque podría haberlo hecho muy fácilmente. Mientras los miembros del grupo estén dispuestos a flexibilizar sus recortes de producción en forma gradual, no debería haber grandes dificultades para ir eliminando las reducciones hechas por otros.

Aproximadamente un tercio de los recortes que ofrecieron los productores no pertenecientes a la OPEP provino de caídas naturales que no pueden revertirse. México y Azerbaiyán entran en esa categoría.
En el caso de los demás, en particular Rusia, no habría incentivos para inundar el mercado con crudo no deseado: muy probablemente esos productores también estarían dispuestos a aumentar la producción a un ritmo moderado.

¿Por qué entonces quienes operan con petróleo no les creen? La experiencia de una producción desenfrenada de la OPEP en 2015 y 2016 los ha dejado escaldados.
El derrumbe de los precios de más de US$110 el barril a menos de US$30 en el lapso de 19 meses eliminó miles de millones de dólares del valor de los fondos que invertían en petróleo y las compañías que lo producen. Se cierne amenazador el miedo a una repetición, justo cuando la industria está volviendo a hacer pie.

Después de la reunión, Al-Falih dijo que no le preocupaban las fluctuaciones diarias del precio del petróleo… pues menos mal. Insistió en que la estrategia es la correcta. Los productores no pueden controlar el precio, señaló, sólo pueden controlar la oferta y, a través de ella, las existencias, y en eso se centrarían ellos.

El mercado no estuvo de acuerdo. La OPEP desperdició una oportunidad de dar una orientación clara sobre su estrategia de largo plazo, dejando a los operadores de petróleo con la impresión de que el grupo no la tiene. Esa omisión será costosa, al menos a corto plazo.

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