¿Falta de educación o falta de leyes firmes?

¿Falta de educación o falta de leyes firmes?

JACINTO GIMBERNARD PELLERANO
Nadie, en sus cabales, puede negarlo creyendo en lo que dice. En la República Dominicana no existe respeto por las leyes. Existe uso abusivo de las mismas para aplicarlas aleatoriamente a los débiles. ¿Aleatoriamente? Ni siquiera eso. Cabe mejor decir caprichosamente, porque lo aleatorio, aunque sea relativo a lo incierto, dejado a la suerte o el azar, respeta ciertas leyes y regulaciones.

Referiré un ejemplo: la música aleatoria así como la literatura aleatoria ofrecen márgenes para la libre elección. En música aleatoria puede existir un espacio sonoro, un número de compases, para los cuales se establece la libertad de hacer sonar ciertas determinadas notas en cualquier orden, duración, intensidad y altitud. En literatura, está señalado el espacio de texto que puede ser elegido entre ciertas palabras. Puede aparecer, por ejemplo, la línea que diga: «La tarde caía» y dejar la elección de agregar: «cruelmente!», «invisible», «en pedazos», «con un cuchillo gris».

Pero hay regulaciones. No se supone que escojas que «la tarde cae estrepitosamente» o de otro modo.

Es decir, que existe un orden en lo aleatorio.

Lo que nos sucede es peligroso.

Y lo más terrible es que no se trata de una peligrosidad nueva. Se trata de una desordenada energía latente pero reprimida. Siempre reprimida para controlarla. Aquí por la cruel astucia del Presidente Heureaux (Lilís), por la fortaleza correctora de «la guardia de Mon» (el presidente Ramón Cáceres) o la terrible peligrosidad de los métodos de Rafael Trujillo.

Pero uno se pregunta, honradamente ¿En algún país, en algún tiempo, la población se ha disciplinado espontáneamente?

No.

Traslado mis pensamientos a Alemania.

Medio en broma, medio en serio, escuchaba a los nativos de aquel país, especialmente en grandes ciudades, comentar risueños que «aquí lo que no está prohibido» es porque «no está permitido». Pero en los Estados Unidos, por los años sesenta (no sé en New York) a nadie se le ocurría cruzar una calle como no fuera caminando sobre un «zebra crossing» amparado por una señal lumínica en verde que autorizaba el paso de peatones.

Uno de nuestros problemas radica en que las disposiciones son transitorias.

En cierto momento no hacer uso del cinturón de seguridad mientras conduces un vehículo (como me ocurrió al entrar poco más de un metro en la avenida Núñez de Cáceres desde una zona de parqueo, sin el cinturón debidamente colocado, para regocijo de un AMET tal falta resulta grave y merecedora de la severa reconvención y multa que recibe el descuidado conductor.

Pero, entonces se enfrenta uno al desorden del tráfico. Los choferes de carros de concho no usan cinturones de seguridad, carecen de permiso para conducir o los tienen vencidos, la placa se les perdió (dicen ellos), se detienen a recoger pasajeros en medio de la vía, con semáforos en rojo o en verde, carecen de luces de freno y esos artefactos-chatarras que conducen, a los cuales no les cabe una abolladura más, se nos tiran encima y, si no estamos alerta, nos golpean el vehículo. Como no tienen ni el Seguro de Ley, sólo resta evitar una discusión que no conduce a nada bueno porque el contendiente no tienen nada que perder. Uno sí: tiempo y dinero.

¿Educación?

No.

Exigencia de cumplimientos.

Prohibiciones y no permisiones, al estilo de los países desarrollados. Me duelo cada vez que oigo hablar de «un operativo».

Un operativo para podar la grama de los parques. Un operativo para clausurar los «puestos de drogas» de los barrios. Un operativo para «desarmar» la población civil, mientras las empresas que venden armas, hasta de guerra, anuncian las facilidades que ofrecen a sus clientes, sin importar las voces que claman porque tales anuncios y promociones dejen de tener cabida en la prensa.

La Ley ¿Cuál Ley? ¿La vieja Ley del más fuerte? ¿la mejor, según nos decía el fabulista francés Lafontaine (La raison du plus fort est toujours la meilleure).

No se trata de falta de educación…que también sufrimos.

Se trata de falta de leyes firmes.

Aceradas y…así, educativas.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas