Falta de gerencia

Falta de gerencia

  EZEQUIEL GARCÍA TATIS
Una parte apreciable de las deficiencias que se observan en actitudes esenciales del quehacer nacional en las áreas política, económica y social, de las que depende el desarrollo del país no alcanzan resultados elevados a causa de carecer de dirigentes con el liderazgo, la formación, la capacidad y la experiencia para administrarlas; es decir, por falta de gerencia.

Desde luego que, cada actividad tiene sus especificidades y, según el caso, requieren técnicas particulares de operación. Pero la dirección de todas las actividades vitales para lograr el bienestar de la República, requieren de gerentes con cualidades generales comunes.

En el área política el liderazgo comprende numerosas cualidades que deben adornar a la persona que se coloca al frente de organizaciones que podrían, en circunstancias favorables, ascender a posiciones de mando, ejecutivas o legislativas. Es así que los administradores de entidades y empresas públicas, los funcionarios a nivel de secretarios de Estado, subsecretarios, directores de unidades y, desde luego, el Presidente de la República, tienen que conducir sus instituciones a fijar objetivos, elaborar programas y lograr metas acordes con su importancia para que ellas, particularmente, y la República, de manera general, marchen por rutas de progreso y con esperanza de un mejor porvenir para toda la población dominicana.

Pero ocurre en numerosos casos que las personas al frente de las funciones más importantes cuentan con algunas cualidades que les han sido válidas para alcanzar las posiciones que detentan pero carecen, evidentemente, de otras necesarias para tener éxito y realizar a cabalidad una buena gestión. ¿Cuáles son esas cualidades, según el licenciado Ignacio Miranda?

Digamos, en primer lugar, que el gerente general o administrador es un ejecutivo que coordina las diversas funciones de la institución a su cargo, esenciales para alcanzar el éxito. Como tal, la administración de cualquier función requiere que su ejecutivo cuente con dos cualidades: previsión y espíritu emprendedor.

La previsión es la capacidad de anticiparse a los acontecimiento, a base de las deducciones que permiten apreciar algunos indicadores. Esta cualidad es esencial al político para que pueda trazar estrategias apropiadas para su organización y, si está al frente de una gestión como la Presidencia de la República, Secretaría de Estado…, para que con su previsión el país se coloque en la ruta del progreso. El espíritu emprendedor es la facultad que coloca a la persona en un permanente estado anímico de creatividad en función del papel que desempeña. Tiene, pues, el ejecutivo, no solamente que mantenerse al día; sino, concibiendo vías, objetivos y propósitos posibles de alcanzar al frente de la institución que dirige.

Ahora bien, la calidad del ejecutivo va a requerir de liderazgo para poder conducir los grupos con quiénes debe trabajar a que, entre todos, alcancen los objetivos establecidos. Para lograr esto el liderazgo requiere contar con: personalidad, autenticidad, conocimiento del personal bajo su mando, humildad, discreción, inspirar confianza y actuar con justicia.

La personalidad supone la vivencia de valores propios; para tener esta cualidad es indispensable tener formación, experiencia e independencia de criterio. La autenticidad es la coherencia entre lo que pensamos, lo que sentimos, lo que decimos y lo que hacemos; un dirigente que se contradice pierde consideración ante los demás.

El dirigente también debe conocer al personal que labora bajo su mando. A cada uno como persona y a todos como equipo, a fin de asignar tareas según sus funciones, según su capacidad y su personalidad. La humildad es el reconocimiento de la capacidad propia y de la ajena. El éxito de un gerente se fundamenta en suscitar la cooperación y sólo los humildes reconocen el valor de los demás y las limitaciones propias. Los gerentes talentosos procuran formar un equipo de trabajo superior.

Discreción es la serenidad en el comportamiento. Cada idea expresada y cada acto realizado por el gerente, se convierte en una orden, y él debe medir esto en su justo valor; debe hablar lo menos posible y hacerlo todo con el testimonio vivencial. El dirigente debe, también, transmitir su entusiasmo a sus colaboradores, para esto debe ser activo, dinámico, valiente, decidido y organizado. Y debe, finalmente, actuar con justicia; lo cual significa reconoce lo que a cada uno corresponde. Su misión es combatir el vicio y premiar las virtudes; lograr un espíritu de superación.

Este conjunto de cualidades conforman la autoridad, que es el reconocimiento que hacen los relacionados con una función al que la dirige, por su éxito en lograr los objetivos que de ella se esperan. Es necesario diferenciar entre autoridad y poder. El poder lo da la función misma, la autoridad la da el reconocimiento de los demás. Es posible tener poder sin autoridad, como también es posible tener autoridad y carecer de poder.

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