Falta de  motivos para  optimismo

Falta de  motivos para  optimismo

En la lista de urgencias de esta nación figuran las situaciones que causan desempleo, afectan estructuralmente a la agropecuaria y a la industria, encarecen la vida y disminuyen la rentabilidad de los comercios. Severa es además la inseguridad en que se siente la ciudadanía por la incesante repetición de hechos de sangre y el azote de la delincuencia que cada día exhibe  mayor crueldad.

Agreguemos al panorama  la incertidumbre que embarga a la sociedad ante la  señal de que miles  de dominicanos van  ingresando año por año a una adultez y a un presente sin haber previamente recorrido la escolaridad eficiente  que les permita integrarse a una existencia ordenada y productiva.

Es responsabilidad en las organizaciones políticas y los liderazgos sociales emprender en este momento una búsqueda de confianza en el porvenir. Lo más inmediato sería comprometer a todos los aspirantes al poder a un mínimo de acciones para que el  Estado juegue un rol airoso en la solución de problemas.

El reciente compromiso multipartidario para elevar las inversiones de educación a un 4%  del PBI (paso imprescindible para mejorar su calidad) abrió brecha para una agenda de gobierno más amplia. Al margen de la lucha de candidatos y resultados en las urnas, podrían  trazarse planes para favorecer a la sociedad.

Los cruceros en prueba difícil

La llegada de viajeros por vía marítima cobrará importancia en Santo Domingo a partir de este mes que está de temporada alta en el renglón de cruceros, un intercambio con el exterior  de potenciales beneficios  para la economía dominicana. Como destino de extranjeros que buscan  los atractivos caribeños, el país tiene que diversificarse con urgencia. No todo debe ser playas y hoteles de todo incluido. La Ciudad Primada de América merece, por sus monumentos y su historia, mayor presencia en las rutas de los navíos de placer.

A los ojos de muchos  residentes en Santo Domingo  que   con frecuencia se asoman a la zona intramuros y al puerto del Ozama, ese turismo incipiente pasará  una prueba difícil por el mal  aspecto que ocasiona   la deficiente  limpieza del área urbana y el uso del río como vertedero de los barrios pobres de sus orillas,  un grave problema  que las autoridades no acaban de resolver.

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